“El perdón es una jornada que termina, pero sus resultados se quedan para toda la vida” Adry
Yo sé que antes de perdonar pasan muchos pensamientos y sentimientos en nuestro interior, tenemos muchas dudas antes de hacerlo, vemos la entrada a un camino, pero no tenemos ni idea qué habrá al final de este o cómo saldremos nosotros de ese camino.
Desde que comencé esta serie mi único objetivo ha sido llevarte de alguna manera a que conozcas el perdón de cerca, a que puedas comprender el don tan increíble que es para quien lo otorga; te he querido llevar a que identifiques qué factores no te han permitido perdonar tus heridas más profundas, te he mostrado una ruta para que puedas transitar por el camino del perdón y hoy para cerrar esta serie te hablaré entonces, de lo que encontrarás al final de ese camino, te hablaré de cómo serás tú una vez termines esa jornada, te hablaré del por qué el perdón fue uno de los ingredientes principales de mi sanidad y de lo que tanto me preguntan, de mi sonrisa.
A lo largo de esta serie les he hablado sobre el perdonar heridas profundas, no cualquier ofensa que perdonamos sin titubear, a lo largo de mi vida y estoy segura que a lo largo de sus vidas han conocido historias y heridas que en nuestro criterio catalogaríamos como imperdonables. Sin Embargo, una vez afrontadas las situaciones o las realidades hay dos caminos para sanar esas heridas, es ahí cuando vemos dos tipos de personas: Las que perdonan y las que no. Ambas nos dejan una lección, ambas nos muestran un escenario real de cómo son sus vidas según la decisión tomada.
Yo solo puedo decir que sin importar el tipo de herida o daño causado, he visto a quienes han decidido no perdonar, he visto cómo el tiempo pasa y sus heridas no se sanan, he visto cómo su rencor cada vez crece más, he visto cómo su salud decae y cómo no logran vivir un solo día en paz, he visto el dolor en sus ojos y el peso que llevan en sus almas. Por otro lado, he podido ver, identificar y vivir en carne propia, un solo elemento que tienen en común aquellas víctimas que vuelven a sonreír, que tienen una mirada de paz, que tienen buena salud, que te pueden contar sus historias sin que brote rencor, odio o dolor, que siguieron caminando y se levantaron, sííííí pude entender que lograr eso, solo es posible cuando está presente ese elemento, el PERDÓN.
Ese perdón que no borra el pasado, ese perdón que no evita lo que ya pasó, ese perdón que no cambia el dolor, pero es ese perdón que sí puede cambiar tu presente y sobre todo tu futuro. De ese perdón es del que te hablo y el que anhelo con todo mi corazón que logres dar, porque por más duro o difícil que haya sido lo que viviste o estás viviendo, ya nada lo podrá cambiar, pero de ti depende cómo quieres vivir el resto de tu vida.
Bien, comenzaré entonces a contarte lo que yo encontré después del perdón…
1. Sanidad
En mis palabras como lo hablé en alguno de los post anteriores, yo diría que el perdón, es aquello que nos permite volver a la normalidad después de una gran lesión o una gran herida. Cuando hablé de las heridas, me referí al perdón como esas terapias de rehabilitación que hacemos para adaptarnos a un cambio que tuvimos en nuestra vida.
Es evidente, que cuando las heridas están a flor de piel, es casi inconcebible el perdonar, por eso cuando ya ha pasado lo peor, la parte dolorosa en donde una vez ya hemos aceptado lo que pasó, lo que vivimos, lo que esto causó en nosotros, es cuando viene ese perdón, el cual llega a nuestra vida como un bálsamo de libertad, llega a mostrarnos que nuestra vida puede seguir con normalidad, que tal vez habrán cosas diferentes, nuevas rutinas, nuevos lugares, nuevas maneras y formas, pero de alguna manera nos muestra que seguimos siendo completos, que ya estamos listos para seguir caminando, que la herida ya cerró, ya no duele, ahora solo vemos una cicatriz que tiene una historia para contar.
Quiero decirles que en mi vida, el perdón fue fundamental para mi sanidad y mi sanidad fue fundamental para la sanidad de mis hijos, creo que ningún padre o madre de familia desea que sus hijos pasen por un divorcio, pero cuando hay situaciones que ya sobrepasan los límites y se debe tomar esta decisión, nosotros como padres también debemos buscar la mejor manera de que nuestros hijos pasen por ese proceso, que sin ellos decidirlo, parte sus vidas en dos.
Yo entendí que el perdón se aprende y también se enseña, yo lo aprendí y también llegó el momento de enseñarlo, yo entendí que debía sanarme rápido pues a mi lado tenía dos niños a los cuales también debía ayudar a sanar, yo perdoné antes y sin importar si algún día escucharía un “por favor perdóname”, perdoné porque sabía que mi perdón no solo me sanaba a mí sino también tenía repercusión en la vida de ellos.
Que más puedo decirte sino que “EL PERDÓN SANA”
2. Nuevas Fuerzas
El perdón literalmente es soltar un costal lleno de piedras con el que cargamos.
Antes de perdonar no hay un solo día ni un solo momento en el cual no pensemos en nuestras heridas, las pasamos, las repasamos y las volvemos a repasar, nuestras fuerzas, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, en fin, es como si todo nuestro ser estuviera cargando con ese dolor de una manera constante; vamos echando cada vez más piedras a ese costal y aún así pretendemos poder seguir caminando como si nada nos pasara.
Después del perdón, cuando por supuesto aún recordamos, pero ya decidimos soltar la carga que llevábamos, pues decidimos no seguir cargando con el dolor y las heridas, cuando decidimos no seguir llenando el costal con piedras de más dolor y rencor, sino por el contrario dejar ir y soltar; es maravilloso caminar ligeros de peso, créanme que en ese momento sí es posible pretender seguir caminando, tal vez no como si nada pasara, pero sí como si algo ya pasó.
Después del perdón, es cuando puedes sentir entonces nuevas fuerzas, porque todo lo que antes gastabas o mejor desgastabas en mantener tus heridas vivas, en recordar y lamentar, ahora todas esas energías las puedes utilizar en planear, en restaurar, en no solo caminar sino en correr, puedes levantarte, puedes soñar, puedes crear, puedes pensar en alcanzar montañas, pues literalmente ya no hay nada que te lo impida.
Que más puedo decirte sino que “EL PERDÓN TE DA NUEVAS FUERZAS”
3. Honor y Orgullo
Estos dos me encantan, quién iba a pensar que el perdón pudiera traer honor y orgullo (del bueno).
Cuando hablábamos de los mitos sobre el perdón, veíamos que normalmente cuando uno piensa en perdón, lo ve como que el perdón me va a hacer ver débil, o pensamos algo como: ¿Si perdono, en dónde va a quedar mi honra, mi orgullo, mi honor, mi ego? Y pensamos esto porque obviamente seguimos creyendo que el perdón nos hace perder estos derechos, pero por esta razón es que hoy les quiero hablar de ellos.
Muy contrario a lo que pensamos es lo que en realidad pasa y yo lo he podido comprobar y re comprobar en mi vida. Conozco a muchas personas que no perdonan por orgullo, o porque el hacerlo sería un golpe a su ego y entonces viven con esa falta de perdón que según ellos les da honor y mantiene su orgullo en alto; es decir, se tiene un pensamiento algo así: “Yo no voy a perdonar nunca, yo tengo un orgullo y un honor por defender, así que nunca perdonaré”
Por esta misma razón, son personas que evitan tocar el tema de lo que les hirió, por nada en la vida tendrían un encuentro con quien los hirió y mucho menos llegarían a desearles el bien a quien los lastimó. La pregunta es ¿Es eso una muestra de honor y orgullo o por el contrario es una muestra de que aún todo sigue doliendo y que esa persona sigue teniendo poder sobre esa vida?
Si cuando decidimos no perdonar, lo que pretendemos es que nuestro ofensor perciba o sienta que lo hacemos por honor y orgullo, sinceramente creo que el mensaje que damos es todo lo opuesto, pues un ofensor cuando ve esa posición en alguien a quien hirió, muy lejos de ver honor, orgullo, ego o lo que sea, lo que puede ver es cómo aún le afecta, cómo aún le duele, cómo aún no lo supera, cómo aún tiene un vínculo y de alguna manera poder sobre esa persona.
Cuando yo entendí esto, supe que mi honor y mi orgullo volverían a mí cuando yo perdonara, porque antes de hacerlo cada vez que abría mi boca brotaba el dolor, en mis ojos se reflejaba la tristeza, la impotencia por no poder cambiar las situaciones ni las decisiones y eso me hacía vulnerable.
Después del perdón, de manera genuina, sin actuaciones, sin pretensiones, sino de manera natural, mi cabeza se levantó, ya no había dolor, por lo tanto, ni el recordar lo vivido, ni la persona que me ofendió tenían ningún poder sobre mí. El perdón en todas las ocasiones de mi vida cuando lo he dado, ha exaltado mi vida, no he quedado yo en vergüenza, no he sido yo la débil, por el contrario, ha traído a mi vida un orgullo incomparable, es más, puedo decir que “entre más dura o difícil sea la herida que perdones más grande será el orgullo y el honor que recibirás”, porque vuelvo y te digo, que tu perdones a alguien que pasó y te empujó sin querer, es un buen acto, pero que perdones a alguien que te quebró, que te destruyó, que tal vez te arrebató a un ser muy amado, etc…eso sí que merece TODO EL HONOR Y EL ORGULLO DE ESTA VIDA.
En la última gran herida en mi vida, un día decidí perdonar, sin que nadie me lo pidiera y les confieso que no pensé en que tal vez algún día fuera a escuchar a esa persona pidiéndome perdón, pero les cuento que muchos meses después llegó ese día y solo les puedo decir que fue maravilloso poder decirle a esa persona con mi corazón que yo le había perdonado hacia mucho tiempo atrás, pude decirle que le deseaba lo mejor, pude decirle que mi corazón estaba sano y ¿saben algo? por sobre todas las cosas, lo cual me llena de mucho orgullo, pude ser un ejemplo de perdón para mis hijos, quienes también tuvieron que perdonar y encontraron en mí un ejemplo a seguir.
Que más puedo decirte sino que “EL PERDÓN TE DA HONOR Y ORGULLO”
4. Gozo y Paz
Dicen por ahí que los ojos son el reflejo del alma…
Cuando comencé esta serie sobre “el perdón” lo hice motivada en varios comentarios que me hicieron algunas personas a través de las redes en donde me decían: “yo quiero volver a sonreír como tu sonríes, después de todo lo que pasaste”, “yo quiero tener esa paz que transmites en tu mirada”.
Hoy quiero decirte que yo quiero que tu sonrías como hoy yo sonrió, yo quiero que tú tengas esa paz que hoy yo tengo y si se logra ese objetivo, entonces todo habrá valido la pena.
La alegría o el gozo, la paz y la tranquilidad no se pueden actuar, simplemente se transmiten y solo se transmiten cuando las sientes.
Antes de perdonar el dolor sigue manejando tu vida, es como si tuvieras una cuenta pendiente con alguien y todos los días la recuerdas, entonces no descansas, hay una cuerda unida entre ti y esa persona porque aún te debe, entonces crees que entre más fuerte sujetes esa cuerda más rápido te va a pagar y la pregunta es ¿Cómo te va a pagar?, ¿Qué tienes que ver para considerar esa deuda cancelada?, ¿Cuánto tiempo debe pasar para que expire?, ¿Tendrás paz el día que eso pase?, ¿Ese día volverás a sonreír?, ¿Y si ese día nunca llega?.
¿Sabes algo? Yo creo que no hay nada que pueda pasarle a esa persona que te hizo daño que haga que tu dolor cambie, por ejemplo, si es el asesino de un ser que amabas, seguramente podrás saber que va a estar en una cárcel el resto de su vida, o que pasará por la pena de muerte, o que alguien lo va a matar y tal vez aunque esto te ayude a sentir que se hizo justicia, jamás quitará o aminorará tu dolor, jamás pagará la deuda, jamás te traerá de vuelta a esa persona, jamás te dará la paz o el gozo que necesitas en tu vida; por esta razón, hoy quiero decirte, que solo hay una manera de cancelar esa deuda, solo hay una manera de romper esa cuerda, solo hay una persona que puede colocar la palabra cancelada y esa persona ERES Tú y esa manera es EL PERDÓN.
El día que terminas el camino del perdón, solo ese día podrás experimentar esa paz sobrenatural, ese día podrás volver a sonreír.
No puedo terminar sin recordarte que aunque el perdón es un don maravilloso, es un don que no podemos dar solo en nuestras fuerzas.
Yo hoy me siento sana, yo hoy tengo nuevas fuerzas, yo hoy tengo honor y orgullo, yo hoy he vuelto a sonreír y tengo paz en mi vida, estos son frutos del perdón, pero debo decirles que antes del perdón hubo un Dios que me ayudó a perdonar y sin el cual jamás hubiera podido hacerlo, así que para resumir más fácil todo lo anterior y la razón principal por la que pude perdonar, volver a sonreír y sanar mis heridas, es porque tengo un DIOS en el que todo lo puedo.
Que más puedo decirte sino que “EL PERDÓN TRAE GOZO Y PAZ”
Que más puedo decirte sino que “DIOS ES QUIEN TE AYUDA A PERDONAR, TE SANA, TE DA NUEVAS FUERZAS, TE DA HONOR, ORGULLO, TE DA GOZO Y PAZ”
Gracias por dejarme llegar a tu corazón y haberme acompañado en esta serie en donde conocimos al perdón y su jornada, una jornada que tiene un fin, pero que deja unos frutos increíbles que se quedan en tu vida para siempre…
Desde mi Alma hacia la tuya
Adry
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