Llegará un día cuando la tormenta cesará, pisarás tierra firme de nuevo, llegarás a un nuevo puerto, quizás a una isla desolada o tal vez a una gran ciudad costera; en todo caso, ya no estarás en medio de olas gigantescas y vientos desenfrenados intentando hundir tu barco.
Pasaron las noches de angustia y temor por no saber si habría un mañana; ya pasó lo peor, ya sobreviviste, atravesaste la tormenta, se acabaron los días de pensar y pensar en cómo saldrías con vida de aquel barco a punto de hundirse y entonces llega este grandioso pero atemorizante momento, cuando te preguntas ¿y ahora qué sigue?, ¿qué voy a hacer?.
Hace un tiempo atrás, por decirlo de alguna manera, tu única preocupación y ocupación era sentir, vivir y expresar tu dolor, tu impotencia, tu rabia, tu miedo, tu tristeza, etc.. Había un único objetivo que era permanecer con vida, pero y ahora que ya viviste, que el dolor poco a poco se ha ido, que ya no sientes el agua hasta el cuello ¿en qué debes pensar?
Tal vez lo primero que debes tener claro es que salir de la tormenta es un proceso, es decir, no creas que llegará un día en donde ya no hay problemas, o dolor, No! Tú comienzas a ver que la tormenta ha terminado cuando comienzas a ver con esperanza el futuro, también cuando poco a poco ves que son más los días tranquilos, felices y en los que tienes buena actitud, comparado con los días tristes, de dolor, de desánimo o depresión momentánea.
En otras palabras, tú ves que la tormenta está terminando o ya terminó, porque puedes ver el sol, porque las nubes se han ido y puedes ver lo que tienes a tu alrededor, porque ahora es posible analizar hacia dónde dirigirte; es momento de dejar el barco y comenzar una nueva vida.
A mí este momento me encantó, es un poco intimidante ¿saben? Porque aunque queremos salir de la tormenta, el hecho de salir significa hacerte cargo de tu vida, de tu futuro, de tu situación actual y futura, es decir, ya no hay excusas para no hacer, crear, soñar y ejecutar. No sé si me hago entender, pero lo que quiero decir es que muchas veces la tormenta nos aísla del mundo real, nos aísla precisamente del momento de afrontar la realidad, por eso, es que hay muchas personas que eligen quedarse en la tormenta, en el duelo, en la tragedia, en la desgracia, porque ahí quizás tienen la atención de las personas, la misericordia y de alguna manera la “excusa” de no poder hacer algo más. Yo sé que da susto enfrentar, yo sé que da susto llegar a un nuevo puerto o ciudad, pero sea lo que sea, siempre será peor quedarnos en un barco en medio de una tormenta. Así que, debemos llegar a tierra firme.
Bueno les decía, que este momento a mi me gustó mucho, porque aunque no nos estemos bajando de un crucero en el que estuvimos unas largas vacaciones descansando y divirtiéndonos, sin duda alguna nos estamos bajando de un barco en el cual tuvimos una experiencia que marcó nuestras vidas para siempre. Por esta razón, es el momento para recapitular y hablar de lo que vimos, aprendimos y vivimos en esta experiencia inolvidable de nuestra vida llamada: tormenta, desierto, cambio, crisis, tragedia, etc.
Hoy yo les quiero compartir las lecciones que me dejo la tormenta y para finalizar les quiero dejar también, una serie de afirmaciones para amar nuestra nueva vida, nuestro nuevo normal y de esta manera poder hacer lo que hacen todos los gusanos una vez pasan su proceso de transformación: abrir sus alas y volar!!
Comenzaré entonces con dejarles 3 lecciones que me dejó la tormenta:
1) Depender de Dios
Yo creo que a todos nos gusta tener todo bajo control, nos gusta planear, organizar y que ojalá en lo posible nada se salga de nuestro alcance o si pasa algo, esperamos poder solucionarlo sin ningún inconveniente.
Inclusive hoy en día, nos es posible hasta tener un pronóstico del clima muy preciso, podemos ver si lloverá, qué tan fuerte, hasta qué hora, etc., también se puede prever el paso de un huracán y otros eventos climáticos que puedan afectar a las poblaciones y demás; todo esto nos permite prepararnos de alguna manera para cuando lo esperado llega, pero aún así siempre hay incertidumbre, porque lo que aparentemente es una simple tormenta, se puede convertir en huracán y el huracán comienza siendo categoría 1 y de repente es categoría 5, quizás se desvía, pero de pronto en cuestión de horas toca tierra y entonces te ves resguardado esperando que termine de pasar.
En la vida, creo que al igual que en la naturaleza pasa lo mismo y es que aunque nos vamos preparando para las diferentes etapas y momentos, también algo puede pasar, porque en donde había salud, llega de repente la enfermedad, porque cuando te casas no lo haces pensando en divorciarte, porque hay accidentes y enfermedades que se llevan la vida de seres que amamos, porque en esta vida las situaciones y las personas cambiamos, tomamos rumbos diferentes, se toman decisiones que afectan a quienes nos rodean, y por lo general no estamos preparados para cuando esto pasa.
Por todo lo anterior es que yo pude aprender durante mi tormenta, que cuando no puedo cambiar lo que pasó, ni lo que está pasando, que por más de que me haya preparado para el huracán no puedo evitar sentir un miedo absurdo mientras escucho y veo a los vientos llevarse todo a su paso, es cuando entiendo que solo hay algo que sí puedo hacer y ese algo es :
Depender de Dios!, si algo aprendí fue eso, porque cuando la mayoría, por no decir todos nosotros nos sentimos amenazados, cerca a la muerte, llenos de dolor y tristeza, impotentes ante la naturaleza o ante cualquier cosa que esté atentando contra nuestras vidas, hay tres palabras que siempre pronunciamos…DIOS MÍO AYÚDAME!
Esas tres palabras solo muestran una cosa, y es que en nuestro interior las personas sabemos que cuando no podemos hacer nada con nuestras capacidades, solo nos queda hacer un clamor más, en mi opinión el clamor más importante y el cual a partir de ese momento, debería pasar a ser el primero que hagamos cada día, en la tormenta o en la calma, en el sol más brillante o en la noche más oscura, en la abundancia o en la escasez, en la salud o en la enfermedad, en las buenas o en las malas, en todo tiempo depende de Dios.
2) No soy la misma
Definitivamente nunca serás la misma persona que eras antes de la tormenta, del cambio, este es el punto en dónde ya sabes que muchas cosas cambiaron en tu entorno, en tu vida, en tu alrededor, pero ahora es el momento de mirar, de analizar y de poder ver ¿qué cambió dentro de ti?, ¿qué te dejó ver esa tormenta que antes no habías visto?, ¿qué habilidades descubriste que no sabías que tenías?.
En mi caso mi tormenta me permitió ver muchas cosas, por ejemplo me di cuenta que mi identidad estaba plantada sobre el rol que tenía de esposa, mamá, profesional, empresaria, etc., por lo tanto cuando todo se destruyó sentí que me quedé sin nada, sin identidad, sin vida y esto me llevó a fundamentar mi identidad sobre cimientos permanentes, seguros y atemporales.(Si esto te pasó a ti, puedes leer mi serie sobre identidad).
Hay otros casos en donde la tormenta te permite ver por ejemplo la dependencia emocional que tenías con alguna persona, oficio, rol, lugar etc., Este es un momento en donde tú mismo te puedes dar cuenta y puedes ver el poder que en muchas ocasiones le hemos otorgado a personas que hacen parte de nuestras vidas, a tal punto que sentimos que no podemos seguir viviendo sin esta persona, o si no estamos en tal lugar, y sencillamente sientes que te vas a morir. No quiero que me malinterpretes en el sentido de que es normal sentir lo que sentimos, es decir, yo sé que hay situaciones y pérdidas que nos hacen sentir morir, pero lo que quiero que hoy analices y veas, es ¿en quién, quiénes o en qué has colocado tu vida a depender? La respuesta a estas preguntas te hablarán un poco de las decisiones que tomaste antes de la tormenta (quien eras) y con toda seguridad te llevarán a pensar en qué decisiones tomarás respecto a tu vida ahora después de la tormenta (quien eres).
Cuando los cambios llegan, no tenemos ni idea de cómo los pasaremos, ¿Cómo enfrentaré esta enfermedad?, ¿Cómo podre vivir sin…?, ¿Cómo perdonaré este dolor?, ¿Cómo saldré adelante de nuevo?
Yo diría que hay infinidad de “Cómos” durante un cambio pero ¿sabes algo?, por eso es que este momento me fascina, porque ahora puedes responder a todos ellos, así:
El que entró a un tratamiento contra una enfermedad, cuando termina su tormenta dice: “fueron muchos meses, quizás años de quimioterapias, cirugías, dolor, lágrimas, pero me fortalecí en mi familia, en mi fe, en mi comunidad, mis médicos, etc., cuando sentía que no podía más iba a …, llamaba a …, descubrí la fuerza de mi cuerpo, de mi mente…”
La persona que queda en bancarrota y pierde todo, un día dice: “fueron momentos muy difíciles, tuve que dormir en el piso, comer poco, pedir ayuda, sufrir y llorar por todo lo perdido, muchas veces sentí que no podría hacerlo, pero ahí me llené de fuerza, de energía, de esperanza y empecé a desarrollar mis habilidades, recordé que sabía hacer empanadas y ahí nació la empresa que tengo ahora…”
Una persona que pasa por un divorcio, viudez o abandono, un día también dirá: “aunque sentí que no podría hacerlo sola, poco a poco pude resurgir, pensé que el dolor nunca se iría, pero busque ayuda y pude sanar, me rodeé de personas que me inyectaron vida, que me llevaron un plato de comida cuando no tenía energía para levantarme, que levantaron mis brazos, que fueron un apoyo increíble, me di cuenta que yo sí podía y me levanté…”
Bueno así podría enumerarles millones de historias quizás mas traumáticas y difíciles, pero lo que quiero resaltar es que la tormenta te enseña de qué estas hecho, te da lecciones ya sea para repetir y quizás otras para nunca más volver a hacer, te revela también decisiones que te afectaron y que te hicieron estar más o menos tiempo en ella. La tormenta te enseña cómo atravesarla y por eso un día desde tierra firme, miras hacia el inmenso océano y con orgullo puedes decir: yo un día estuve allí y sobreviví, y desde ese día no soy la misma persona!.
Cómo interpretar a una tormenta
Normalmente vemos a las tormentas como la amenaza que llegó a terminar con nuestras vidas, a hundirnos, a llenarnos de temor, de pánico, a arrebatarnos la esperanza y hundirnos en la desgracia; lo más cómico, por decirlo de alguna manera, es que esto nos pasa con muchas cosas en nuestro diario vivir porque no hemos entendido que en esta vida todo depende de cómo interpretamos lo que nos sucedió.
Les daré un ejemplo sencillo: hay una mujer cuya pareja no la hace sentir amada, aparte la maltrata emocionalmente, pero llevan muchos años juntos. Un día el hombre decide dejarla y ella literalmente siente que se muere. Para ella es el fin del mundo, para la familia de ella lo mejor que pudo haber pasado.
La mujer se hunde en la depresión, porque no sabe cómo vivir sin él y además siente que lo ama; la familia aunque saben que por un tiempo ella estará mal, confían en que un día ella pueda entender que esa decisión de ese hombre salvó su vida.
En estas historias pueden pasar muchas cosas, pero por lo general pasan dos: La primera, la mujer se queda hundida en el dolor, tanto así que sigue atada a ese hombre y siempre está ahí para él; la segunda, se levanta, comienza a sanar sus heridas, entiende que esa persona le hacía daño a su corazón, autoestima, sueños y demás, y entonces cuando piensa en lo que pasó, puede agradecer por aquella decisión que un día ese hombre tomó, que significó una tormenta en su vida, pero que sin esa tormenta no estaría en donde está ni con quienes está.
La tormenta me enseñó, que apenas uno entra, nunca la veremos como algo bueno para nosotros, tampoco la escogeríamos como el lugar en donde quisiéramos estar. Después, durante la tormenta comienzas a adquirir habilidades, pensamientos, talentos, lecciones, que sin duda alguna no aprenderías estando en tierra, y entonces allí todo comienza a cambiar, comenzamos a interpretar la tormenta de otra forma, porque aunque no amamos lo que nos hizo entrar ahí, si empezamos a amar lo que estamos aprendiendo ahí. No estoy diciendo que es posible amar al dolor, ni el sentirnos mal, estoy diciendo que podemos amar lo que aprendemos de nosotros mismos en ese proceso.
A diario hablo con personas que están sufriendo porque les abandonaron, el dolor se apoderó de ellas o al menos eso sienten, ellas se preguntan si saldrán adelante, me cuentan sus historias y yo solo veo un futuro brillante cuando comprendo de lo que fueron libradas, cuando pienso en lo bien que estarán estando lejos de alguien que no les ama ni les valora, en esta vida todo depende de los lentes con los que miremos lo que acontece.
Pablo Neruda escribió:
“Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos”
Una vez empezamos a amar nuestro proceso, a nuestro ritmo, a nuestro paso, logramos ver que esa tormenta que quiso destruirnos no lo logró y por el contrario, nos dejó bien claro, que somos más fuertes de lo que creemos y que después de la tormenta siempre viene la calma, que después del desierto se llega a la tierra prometida y que si llegan más tormentas (que seguro llegarán), ya sabremos cómo enfrentarlas pues un día estuvimos allí.
Quiero terminar dejándoles las siguientes afirmaciones, una vez te encuentres en tierra firme, aquí van:
Deja de recordar, comienza a crear
Hay cielos despejados, busca oportunidades
Sigue manteniendo la calma
Es tiempo de sanar lo que faltó sanar
Comienza a soñar
No dejes de creer, ten Fe
No pierdas la Esperanza
No retrocedas, atrás solo está el océano
Mira el futuro con optimismo
Yo no sé en qué parte de la tormenta estés tú, quizás acabas de comenzar, tal vez llevas años en ella o a lo mejor ya estás saliendo, y sea en donde sea que estés, te pido que estés atento a lo que aprendes, que le des un giro a las situaciones y busques la mejor manera de interpretarlas para tu vida, que si has dependido únicamente de tus fuerzas y recursos, quizás sea el momento de decir las tres palabras: Dios mío ayúdame!, y que una vez estés en tierra firme: ama tu cambio, ama tu nueva vida, ama el camino que anduviste para llegar ahí, ama a quienes estuvieron contigo, ama a tu tormenta.
Es momento de abrir tus alas, el proceso terminó…ya estás listo para volar!!
“Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.” Hebreos 10:39
Desde mi Alma hacia la tuya
Adry
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