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TEMOR…FUERA DE MI VIDA



 

Temor, llego la hora de la verdad!. Ya he conocido tu origen y cómo llegaste a mi vida, también ya tuve el valor para reconocer cada uno de mis temores y mirarlos cara a cara, quizás ya he podido ver todo lo que cada uno me ha impedido hacer y las decisiones que aún no me he lanzando a tomar porque finalmente siguen acá, así que, llegó el momento de sacarlos de mi vida.


En el año 2018 cumpliría mis 35 años, llevaba un año y 3 meses de mi nueva vida, lejos de mi país de origen, haciendo trámites de divorcio, comenzando de nuevo con mis dos hijitos. Bueno, a nivel emocional llena de muchos temores, yo creo que todos los temores que tenía en mi vida salieron en ese momento: ¿Seré capaz de salir adelante?, ¿Acaso es momento para pensar en sueños?, ¿Podré yo sola criar a mis hijos?, ¿Soy capaz de seguir viviendo?, ¿De qué voy a vivir?, ¿Podré volver a creer en alguien?, ¿Podré volver a enamorarme?, etc., etc., …


Creo que sentía que todo me daba temor, lo pasado, lo presente, pero sobre todo el futuro, ¿no les pasa que vivimos sufriendo y temiendo por muchas cosas que ni siquiera han pasado?


Como se aproximaba mi cumpleaños entonces comencé a pensar en que quería hacer algo que nunca antes hubiera hecho, comencé a pensar en hacer algo simbólico que marcara un antes y un después de ese día, el día que cumplía 35 años de vida. Así fue como decidí que me lanzaría en paracaídas, sí, yo lo decía y ni yo misma me lo creía, eso era algo que yo siempre afirmaba que jamás haría, que no veía la necesidad de hacerlo, que yo me sentía muy bien estando acá en tierra firme y por lo tanto ¿qué necesidad tenia de subirme a un avión a hacer algo como eso?.


Cuando tomé la decisión entendí que no se trataba de vencer un temor a las alturas, porque no era mi caso (aunque claro que me daba mucho susto), sino que entendí que era algo mucho más profundo y es que así como me sentía más cómoda y segura al tener mis pies en la tierra, de la misma forma me había sentido toda mi vida intentando pisar siempre el terreno seguro. Cuando miré hacia atrás me di cuenta que el día que había salido de mi país con mis hijos, ya había echo un primer y gran salto hacia lo desconocido, pero entendí también que mis temores me seguían acompañando y por lo tanto necesitaba saltar de nuevo pero sola, necesitaba gritar, soltar, pero ante todo necesitaba creer que yo podía abrir mis alas y volar, no solo físicamente, sino en mi interior.


Entonces, así fue como finalmente celebré mis 35 años de vida, sin duda alguna algo que nunca olvidaré, una decisión que marcó mi vida para siempre, pues en ese salto, solté tantas cosas, solté tantos “No puedos”, solté tantos “Yo no sirvo para eso”, solté la incapacidad de tomar decisiones sola, solté el querer controlarlo todo, en fin, creo que podría decirles que en ese cielo, ese día, mis temores no bajaron conmigo.


Para mi, este blog de hoy es el más importante de la serie, porque les compartiré cómo he sacado a los temores de mi vida, cómo los sigo sacando y cómo me cuido para que no vuelvan.

Por supuesto que esto va mucho más allá que saltar de un avión, pero usaré esta experiencia de mi vida para contarles el proceso.


Ahora que somos adultos y que la vida con sus acontecimientos nos han ido llevando a reconocer nuestros temores, los cuales nos han mostrado que no siempre es fácil creer en nosotros, que cuando hay un momento de crisis o tormenta en nuestra vida sentimos temor de no saber cómo salir; temores que nos han mostrado que nos cuesta confiar en las personas o apostar por nuestras ideas y sueños, temores que nos roban el privilegio de abrir nuestro corazón por miedo a ser lastimados, temores que nos han hecho creer que “no podemos”, “que no servimos”, “que no somos suficientes”, “que nunca lo lograremos”, temores que parecieran gigantes invencibles.


Sin embargo, esos gigantes tienen una debilidad. Cuando una persona siente temor por alguna cosa o situación ya sea un momento de oscuridad en su vida, un nuevo reto que llega a tocar la puerta, un estado de soledad que amenaza o simplemente el deseo de montarse en una montaña rusa, hay una particularidad que sucede cuando otra persona se acerca y le dice:

“Yo estoy contigo”, “puede que esté oscuro pero no estás sola(o), acá estoy a tu lado”, “quieres emprender este nuevo reto, hagámoslo juntos”, “quieres que la soledad termine, acá estoy para acompañarte”, “quieres lanzarte de esa montaña rusa, yo me lanzo contigo”


Cuando el temor escucha frases como las anteriores, es como cuando superman se acerca a la criptonita, sencillamente, se debilita o mejor aún pierde todo su poder.


¿Se oye bien escuchar que alguien te diga que está contigo verdad?


Pues bueno, he aquí la debilidad del gran gigante, he aquí el secreto para vencer al temor.


Volviendo a mi historia de mi salto en paracaídas, les contaré qué paso dentro de mí cuando me arrepentí de haberme subido a ese avión, qué hizo que lo logrará y por qué lo volvería a hacer.


En esta experiencia hay un personaje que tiene un papel fundamental y ese personaje fue mi instructor, hubo 3 frases que me transmitió durante la preparación, en el vuelo y en el descenso; 3 frases que marcaron una diferencia en mí y las cuales, cada vez que el temor me invadía las recordaba y las creía, y entonces como por arte de magia me sentía segura.


Hoy las quiero compartir con ustedes, así que aquí voy…


1. Yo estoy contigo

A parte de que no es permitido que una persona sin un curso previo y muchos saltos en compañía pueda saltar solo en paracaídas, yo estoy segura que sola jamás lo hubiera logrado.

Cuando el instructor me iba explicando todo lo que haríamos, en cada momento yo cada vez me asustaba más, pero él todo el tiempo repetía, “tranquila yo voy a estar ahí contigo”, y ahí me tranquilizaba.


Yo le hacía muchas preguntas, entre esas le pregunté: ¿Cuántas veces al día haces esto y desde hace cuánto?


A lo cual el respondió: salto entre 3 y 4 veces cada día por lo menos en los últimos 15 años de mi vida. Por supuesto escuchar esa respuesta me llenó de mucha tranquilidad porque mientras para mí era algo completamente desconocido, mi instructor sabia perfectamente lo que hacía y por lo tanto, yo podía descansar pues el estaría conmigo!.


Llego el momento de subirnos al avión, una vez sentados en el avión el comenzó a unir mi arnés al de él, de modo que yo quede completamente adherida a él; en medio de ese proceso, el avión cada vez ganaba más altura y mi pánico iba creciendo, yo le decía todo el tiempo: “tengo mucho miedo” y el siempre me decía: “tranquila, todo va a estar bien, acá voy contigo, tan es así que estas completamente amarrada a mi, entonces no te preocupes”; eso me dio tranquilidad, pero también tuve un momento en el que dije: “no puedo hacer esto”, “¿qué hago aquí?” , en ese instante pensé en decirle a él que no lo haría, que yo no era capaz, pero justo ahí recordé que yo ya estaba amarrada a él y que así yo no quisiera el iba a saltar, entonces, ahí entendí que no había nada que hacer y que sí o sí, en unos pocos segundos estaría saltando de ese avión, quisiera o no, me dieran mis fuerzas o no.


2. Yo me encargo de todo


Efectivamente se prendió la luz verde y cómo había sido la última en subirme era entonces la primera en saltar, mi instructor frente a mi cara de pánico siempre sonreía y me decía tranquila.

Saltamos o más bien saltó jajaja y yo pegada a él, era claro que yo no tenía que hacer mayor esfuerzo pues él lo hacía todo y es que definitivamente no podría ser de otra manera, pues ¿cómo podría yo estar pensando en grabar el video, mantener todos los parámetros de seguridad, abrir el paracaídas y demás cosas por hacer, si yo estaba muerta del susto?, creo que no hay mente ni fuerzas que puedan hacer algo cuando el temor es todo lo que tienes. Sin embargo, una vez más llegaba la paz, en verdad él estaba haciendo todo, él grababa el video y me tocaba los hombros (que era la señal para decirme que ya podía hacer señales con mis manos para el video).


De repente abre el paracaídas y yo me sentí segura, comienza el mejor momento de esa decisión, observar el paisaje y disfrutar. También, llega un momento en donde te dan la oportunidad de manejar el paracaídas, es genial, se siente bien, lo hice un par de veces y cuando mis brazos se cansaban, él retomaba el control. Yo sentía temor de hacer algo mal, pero una vez más, ahí estaba él para corregirme o sencillamente para tomar la cuerda con sus manos porque mis fuerzas no eran suficientes.


En verdad, veía como él se encargaba de todo y sabía lo que hacía, y eso echo fuera todo mi temor.


3. Yo te sostengo


En la parte final, cuando viene el descenso solo debes seguir disfrutando y confiando, hasta ahí todo había salido muy bien. Pero comienza el temor por el aterrizaje, ¿Y si no lo hago bien?, ¿Y si me pego?, ¿ y si me enredo?, ¿Y si no sé poner los pies?.


Cuando ya íbamos llegando a tierra el me recordó lo que me había explicado, “levanta los pies y cuando toquemos tierra camina rápido conmigo, yo te sostengo!” Y ahí voy de nuevo, llenándome de seguridad pues volví a recordar que así me enredara o no colocará los pies bien, él estaba ahí, sosteniéndome, hablándome, diciéndome lo que debía hacer, y de esta manera, tuvimos un aterrizaje perfecto!.


Tu tocas tierra y sientes un revuelto de tantas emociones, euforia, alegría, todo te tiembla y de nuevo, ahí esta tu instructor que llega feliz a darte un abrazo para felicitarte por haberlo logrado y a decirte que se siente orgulloso de ti!. Yo por mi parte solo le decía que gracias, gracias, gracias por haberme acompañado y haber estado conmigo en una de las mejores experiencias de mi vida.


Bien, así fue como realicé esta hazaña de haberme lanzado en paracaídas, pero como les dije al principio, en mi vida, no solo significó eso, pues ese día entendí tantas cosas que se las resumiré de la mejor manera.


En primer lugar entendí que para vencer mis temores solo basta con tomar una decisión, ese es el primer paso, decidir hacerlo!.


En segundo lugar debes hacerlo público, decírselo a tu familia a tus amigos y de esa manera creas un compromiso de que lo harás, de que harás todo lo que tengas que hacer para cumplir esa decisión que tomaste.


Y en tercer lugar no venzas tus temores sola(o), necesitamos de un instructor, ¿Saben algo? Ese día yo entendí que sí era capaz de muchas cosas, recuerdo que a todo el que me preguntaba el por qué había decidido hacer eso yo le decía:


“porque quiero volar, no solo literalmente, sino que quiero que este acto sea el símbolo de que abriré mis alas y volaré”


Y eso exactamente fue lo que pasó ese día, antes de subirme al avión les dije a mis hijos:


“ hoy hago esto hijos con mucho miedo, pero quiero que ustedes me vean hacerlo, para que se acuerden de este día, para que cuando el temor o alguien venga a decirles que no puedan, ustedes los enfrenten y vayan y lo hagan”


¿Saben algo? Ese día entendí que sin el instructor jamás lo hubiera logrado y lo mismo pasó en mi vida, porque esas 3 frases que mi instructor me dijo son las mismas frases que el instructor de este mundo dejo para nosotros, para nuestros momentos más oscuros, para nuestros momentos de más temor, para nuestros momentos en donde las fuerzas no dan más, estas fueron sus palabras:


“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa” Isaías 41:10


¿Tu quieres que el temor se vaya de tu vida? adhiérete, agárrate, ánclate, al Instructor Supremo, solo así, cada vez que decidas vencer un temor en tu vida y saltar, podrás estar tranquila(o) pues hay un Dios que te dice que no temas que Él está contigo, que Él te da fuerzas, que Él te ayuda y que Él te sostiene.


El temor no se vence estando solo, sí, ya sabemos que las experiencias en nuestra niñez y en nuestra vida nos han llenado de temores, pero hoy ya no se trata del pasado, se trata de tu presente, de lo que puedes decidir hoy. No se trata de si tuviste unos buenos o malos padres o cuidadores, no se trata de cuantas experiencias traumáticas tuviste, hoy se trata de poder quedarte en silencio, creer este verso de arriba, decidir vencer tus más grandes temores, subirte en un avión, pero ante todo lo más importante, pegarte a tu instructor.


Hay una frase muy común que dice:

“Y si tienes miedo, entonces hazlo con miedo”


Yo hoy te diría mejor:


“Y si tienes miedo, entonces hazlo con Dios”


Así, con cada temor, todos los días, cada día…


Desde mi Alma hacia la tuya

Adry

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