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Eligiendo las Semillas…

“Quien sabe lo que siembra no le tema a la cosecha”



 

Hablando metafóricamente, creo que podría decir que estoy segura que en esta vida, especialmente en nuestra interacción humana, todas las personas anhelamos cosechar solo frutos buenos, tales como bondad, paciencia, amor, ayuda, honestidad, lealtad, colaboración, alegría, incondicionalidad, apoyo, etc.; es decir, no creo que exista alguien que afirme querer recibir odio, rencor, malos tratos, deslealtad, traición, orgullo, entre otros. La pregunta entonces sería: ¿Si tengo claro lo que quiero cosechar, es eso mismo lo que estoy sembrando?


No hay duda alguna que todo lo que da un fruto, un día inició con una pequeña semilla que se sembró, he ahí la gran importancia que tiene la semilla, pues sin ella nunca habría fruto. Sin embargo, aunque las semillas son el inicio de todo el proceso, el hecho de plantarlas no asegura alguna cosecha, más lo que sí asegura cada semilla, es que si llega el momento de recoger un fruto, sin duda alguna, ese fruto será específicamente de la semilla sembrada; es decir, si siembro una semilla de tomate entonces cosecharé tomates, nunca saldrá un mango de una semilla de tomate; por esta razón, es que para lograr cosechar cualquier fruto que queramos, lo primero que tenemos que elegir es la semilla correspondiente.


Entonces se podría decir que elegir los frutos que queremos cosechar es realmente una labor sencilla, sin embargo, no pasa lo mismo cuando se trata de encontrar las semillas dentro de nosotros mismos con las cuales deseamos realizar grandes siembras. Y es que pareciera fácil sembrar semillas de amor si quiero cosechar amor, pero ¿qué pasa si no tengo semillas de amor?, ¿qué pasa si no encuentro dentro de mi las semillas de los frutos que quiero cosechar?


Hoy quiero comenzar esta serie hablando sobre las semillas, las originarias de todo, las que echan raíces para después crecer sin limite de tamaño o altura, las causales del efecto que vendrá, las culpables del fruto que brotará, las responsables de las cosechas que llegarán a nuestra vida, de modo que elegir las semillas correctas será nuestro primer paso hacia la cosecha que queramos recoger.


En esta vida, creo que todos somos sembradores y también todos somos terreno, el tener esto claro nos debería llevar a entender que debemos aprender a elegir las semillas que hay en nuestra vida desde estos dos puntos de vista, es decir, ¿Qué semillas tenemos para sembrar en la vida de otros? Y por otro lado ¿Qué semillas han caído en nuestro terreno?


Cuando de elegir las semillas que queremos sembrar se trata, es entonces cuando vamos a nuestro semillero a buscarlas, vamos a nuestra alma, nuestros pensamientos, sentimientos y esencia, vamos a nuestro corazón, vamos a nuestros recuerdos y vivencias, vamos a nuestro cerebro y en medio de esta búsqueda es en donde quizás empezamos a entrar en conflicto, porque a lo mejor nuestro corazón y nuestra alma nos indican la semilla correcta(la que queremos), pero el cerebro y la memoria nos hacen creer que la última vez que sembramos esa semilla salimos lastimados; o también puede pasar que el cerebro nos indique la semilla correcta para la cosecha que queremos, pero el corazón y sus heridas nos informen que no existe esa semilla en nuestro interior, y entonces, en ese momento tomamos decisiones, ya sea, no sembrar o sembrar la semilla equivocada, la que haya. Sin embargo, también hay otra decisión y es la decisión de encontrar la semilla correcta como sea y sembrarla sin importar lo que haya pasado antes!.


Teniendo en cuenta todo lo anterior respecto a lo fácil que pareciera elegir las semillas para simplemente recoger el fruto que deseo, me surgieron algunas preguntas que quiero compartir con ustedes, así que acá van:


1) ¿Por qué no encuentro las semillas que quiero?


Yo creo que lo primero que debemos tener en cuenta es que todos nacemos siendo un terreno antes que sembradores. Todos fuimos alguna vez un terreno limpio que a medida que va creciendo comienza a recibir semillas desde que está en el vientre de su madre. Por supuesto esas semillas van echando raíces y van creciendo hasta que un día comienzan a dar sus frutos. Cuando ya somos adultos tomamos los frutos, sacamos las semillas y comenzamos a sembrar en los terrenos de las otras personas y así es como comienza a verse este proceso de la siembra y la cosecha el cual se cumple tanto para semillas que le hacen bien a tu vida y a la vida de los demás, como también para semillas que solo traen dolor y tristeza a tu vida y a la vida de los demás.


Dicho lo anterior y para responder a la pregunta, diría que a veces no encontramos las semillas del fruto que queremos cosechar, porque nunca fue sembrado en nosotros, entonces para alguien que fue rechazado quizás le es más difícil sembrar aceptación, o quizás para alguien que nunca se sintió amado, le cuesta demasiado sembrar amor y no porque no quiera, sino porque cree que no hay semillas de amor en su vida para sembrarlo. Y es acá cuando tristemente al no encontrar esas semillas se vuelven a sembrar las únicas que se encuentran y entonces se repite la historia…


Sin embargo, no necesariamente tiene que ser así, es claro que todos tenemos semillas de todo tipo, es claro que hay personas que han tenido que recibir las peores semillas durante muchos años, pero lo que también es claro, es que todo depende de una decisión y esa decisión es la que lleva a mi segunda pregunta que es…


2) ¿Qué puedes hacer con las semillas que dañaron y siguen dañando tu vida?


He conocido personas que no fueron amadas, deseadas, planeadas, etc., al menos por sus padres biológicos en este mundo; he conocido personas maltratadas, violadas, traicionadas, avergonzadas, en fin, con historias de vida completamente llenas de dolor y tristeza, personas que a lo mejor si fueran a buscar las semillas de lo que quisieran cosechar no encontrarían ni una sola de ellas y aquí es cuando pasa lo maravilloso, aquí es cuando puedes ver que no todo está dicho o determinado por lo que haya pasado en tu historia, aquí es cuando he visto cómo estas personas deciden sanarse, perdonar, limpiar sus terrenos y desenterrar todas esas semillas de dolor que echaron raíces y dieron fruto y aquí es cuando he visto como estas personas eligen NO SEMBRAR LO MISMO QUE FUE SEMBRADO EN ELLAS y es así como podemos aprender que para elegir las semillas que queremos, no necesariamente tuvimos que haberlas recibido, sino que el hecho de haber recibido todo lo contrario, nos deja una gran lección que es precisamente la capacidad de reconocer lo que NO queremos más en nuestra vida, lo que NO queremos para nuestra descendencia, lo que NO queremos que fluya de nosotros, lo que NO queremos para los seres que nos rodean, lo que NO queremos recoger en una cosecha.


Gracias a que existe esta posibilidad de darle el giro a nuestras malas experiencias o de sacar una lección de los dolores que nos llegan, gracias a esto es que muchos niños que un día fueron maltratados decidieron que jamás maltratarían a sus hijos, gracias a esto es que muchos niños que vieron a sus padres golpear a sus madres, decidieron que ellos nunca golpearían a sus esposas, gracias a esto es que muchos niños y niñas que vieron el dolor que una traición trajo a la vida de sus padres, decidieron que nunca engañarían a quienes aman, gracias a esto es que sí es posible ROMPER los ciclos de dolor que cada persona trae en su vida, gracias a esto, es que podemos elegir las semillas que queremos recoger en la cosecha.


Nunca es tarde para arrancar las malas semillas que fueron sembradas en nuestra vida, nunca es tarde para hacer nuevas siembras en las vidas de las personas que amamos, nunca es tarde para romper el ciclo.


Es claro que cuando fuimos bebes no pudimos elegir las semillas que llegaban a nuestro terreno, es claro que ahora de adultos tampoco tenemos potestad sobre las semillas que otras personas arrojan en nuestra tierra, pero hay algo en lo que sí tenemos potestad y decisión y ese algo fue lo que me llevo a mi tercera y última pregunta:


3) ¿Cuáles raíces vas a arrancar y cuáles semillas eliges sembrar en tu camino?


Una vez más todos somos terreno y todos somos sembradores. Como terreno tenemos la responsabilidad de cuidarnos y de elegir las semillas que queremos que crezcan, es decir, muchas personas, todos los días depositan semillas en nosotros y aunque no podemos evitar que lo hagan, sí podemos decidir cuáles vamos a cultivar, cuáles se quedan y cuáles no, no lo olvides ES TU DECISIÓN, de modo que pregúntate: ¿Qué semillas le hacen bien a tu vida?, ¿cuáles árboles gigantes tienes en tu terreno que a lo mejor no te traen nada bueno?, es tiempo de limpiar tu tierra, de dejar lo que te trae paz, de dejar únicamente lo que te produce buenos frutos. ¡En esto sí tienes el control, ejércelo!


Ahora, como sembradores, tenemos también la potestad de elegir las semillas que queremos cosechar, nadie nos obliga a sembrar lo que no queremos, de modo que debemos ser muy cuidadosos con las semillas que elegimos pues en nuestro día a día, con cada persona que nos relacionamos vamos sembrando, con la señora del supermercado, con el compañero de trabajo, con el cónyuge, con los amigos, con todo el mundo vamos haciendo siembras.


Yo hoy, solo te puedo decir que en mi vida hice malas siembras y las coseché, que también recibí malas semillas que dieron su fruto endureciendo mi corazón y haciéndome creer que no valía la pena seguir haciendo buenas siembras sino que lo mejor era devolver lo que habían sembrado en mí, pero esto no me llevo a nada bueno pues era mi terreno el que se estaba dañando, pues esto es lo que pasa cuando uno permite que las malas semillas se queden.


Hoy solo te puedo decir que un día decidí limpiar mi tierra, arrancar todas las raíces de rechazo, de dolor, de traición, de maltrato, de tristeza, de abuso, entre otras; decidiendo que elegiría para mi camino, sembrar semillas de perdón, de amor, de honestidad, de alegría, de respeto, etc., en otras palabras tomé la decisión de asegurar mi cosecha.


¿Tu quieres saber que vas a recibir en tu vida?


¡Elige las semillas correctas!


Yo sé que en este momento puedes estar diciendo que todo eso suena muy bonito, pero que en realidad no siempre has visto el fruto de las semillas en tu vida; bueno, no te preocupes, de eso hablaré en el siguiente post, porque como lo mencioné al principio, la semilla es el comienzo, pero no solo de la semilla depende el éxito de la cosecha.


Por último te dejaré el mejor tip para elegir las semillas que quieres cosechar, aquí va…


“Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti”

Mateo 7:12ª


Ten la seguridad, que si cada día antes de hablar, de actuar o de decidir frente a cualquier situación con las personas que te rodean piensas en esto, estarás eligiendo las semillas correctas y por lo tanto no le temerás a la cosecha.


Desde mi Alma hacia la Tuya


Adry


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