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LA VERDADERA CONEXIÓN



 

Levanta la mirada y conéctate…


Sé que suena fácil decirlo, pero en la realidad, no es tan fácil hacerlo. Sobre todo, porque la verdadera conexión va mucho más allá que aceptar una solicitud de amistad en una red social, o de interactuar con uno que otro like, o enviar una respuesta a una historia o estar en la lista de amigos de otras personas.


Que ironía es pensar que estamos en un mundo globalizado en donde ahora todo está “conectado”, sí, lo escribo entre comillas, porque tal vez ahora podamos conectarnos a la tecnología y tener conversaciones, video conferencias en tiempo real desde cualquier parte del mundo con cualquier persona que queramos, pero a la misma vez nos hemos desconectado de la interacción con las personas. Ahora preferimos un texto en vez de una llamada, enviamos un emoji de abrazo y no lo damos, ponemos caritas llorando pero no se moja nuestro hombro con las lágrimas de quien lo necesita; no levantamos nuestra mirada en una sala de espera porque si tenemos nuestro celular no nos interesa saber quién se sentó a nuestro lado.


No estoy en contra de la tecnología, solo estoy en contra de permitir que la tecnología en vez de acercarnos nos aleje más de la vida real, del contacto de pieles que todos necesitamos, de poder ser y mostrarnos como somos, sin máscaras, sin disfraces, sin filtros, porque ahí, solo ahí es cuando verdaderamente podremos conectarnos con otras personas.


¿Cuál es entonces la verdadera conexión?


Bueno, indudablemente creo que la verdadera conexión es aquella que comienza por ser y mostrarnos cómo somos en realidad, es aquella conexión que logramos tener con algunas personas solo cuando nos desnudamos, cuando podemos ser genuinos, auténticos, naturales, espontáneos, esa conexión que logramos tener con quienes con una mirada ya pueden saber lo que nos pasa, con quienes al escuchar nuestro tono de voz pueden entender que algo no anda bien, con quienes conocen nuestros mayores temores, secretos, gustos, batallas, debilidades y fortalezas. En otras palabras la verdadera conexión se da cuando decidimos ser vulnerables, cuando decidimos bajar todas nuestras fronteras y dejar que alguien conozca mucho más que nuestra piel, cuando decidimos dejar que alguien conozca nuestro corazón, nuestra mente, nuestra alma. Sin duda alguna, solo cuando quitamos nuestras barreras es que podemos lograr conectarnos con otro ser, porque de no ser así, no hay otra manera de verdaderamente conocernos, relacionarnos, pero sobre todo conectarnos.


Aunque el poder ser completamente libres, transparentes y genuinos es maravilloso, también implica un riesgo bastante grande, pues precisamente hemos bajado todas nuestras defensas, hemos decidido vulnerarnos por completo y esto implica que cualquier ataque pueda llegar.


La soledad es la enfermedad que está acabando con más vidas cada día y aunque nosotros mismos tenemos el antídoto para exterminarla, como se los mencioné en el post anterior, ese antídoto llamado CONEXIÓN, expone nuestras vidas a tal punto que preferimos seguir conectándonos virtualmente, a tal punto, que prefiramos dejarlo a un lado y seguir viviendo rodeados de mucha compañía pero finalmente solos.


La pregunta entonces es: ¿Por qué no queremos conectarnos?

Yo encontré 3 razones por las que nos cuesta conectarnos, así que acá van:


1. Me han herido y no quiero volver a sufrir

Yo me atrevería a decir que esta razón es la más común, porque todos sentimos de alguna forma que la manera de no recibir heridas es salvaguardándonos en un caparazón que coloca un limite, el cual nadie puede sobrepasar. “Te dejo conocerme pero hasta allí”, “podemos ser amigos hasta cierto punto”, inclusive podemos casarnos y aún así decidir nunca desnudar nuestra alma.


Esto no es más que la muestra de nuestros miedos y es que es más que normal que sintamos miedo de sufrir, de vivir traiciones, de repetir historias, de dejar que una o más personas tengan acceso a nuestras imperfecciones a que nos conozcan tal y como somos, a que ocupen un lugar en nuestras vidas, a que al conectarnos pase que logremos amarnos como padres a hijos, como hermanos, como amigos, como pareja y que por lo tanto, en medio de nuestros errores y debilidades nos lastimemos.


Por esta razón es que decidimos colocar límites, por esta razón es que decidimos no volver a confiar, no volver a vulnerarnos, no volver a abrir nuestro corazón; por esta razón es que existen afirmaciones como: “nunca más me volveré a enamorar”, “Jamás volveré a confiar”, “Todos los hombres son iguales”, “todas las mujeres son iguales”, “los verdaderos amigos no existen”, “Así estoy mejor”. Literalmente, es como si nos la pasáramos por la vida llevando una armadura de hierro, que nos protege por supuesto, pero también nos aísla, nos estorba para disfrutar los momentos y a las personas con nuestra piel, nos crea una apariencia que no muestra lo que verdaderamente somos y es que: ¿Quién quiere dormir, jugar, correr, amar, saltar, soñar, con alguien que vive escondido tras una armadura?.


Yo sé que protegernos es el resultado de nuestro instinto, pero sinceramente yo no contemplo la idea de vivir esta vida metida en una burbuja en donde mejor no me conecto con nadie para que no me hagan daño. Yo sé que nos han herido, sé que hemos sentido la traición, el desprecio, el maltrato emocional, las mentiras, etc., pero también sé que no existe nada más real y maravilloso que conectarnos con otros seres. En lo personal tengo miedos por supuesto, no quiero que me lastimen, no quiero que me hieran, sin embargo, anhelo profundamente conectarme porque solo así se siente, solo así se vive, ¿y si nos vuelven a herir? Pues nos sanamos, nos levantamos y seguimos viviendo, eso sí con una lección más, con un aprendizaje más, con la alegría de saber que:


“Quien actúa mal no es quien se quita la armadura, sino quien ataca y hace daño cuando el otro no la lleva puesta”


Cuando nos conectamos nos exponemos sí, pero también nos aseguramos que quienes se queden a nuestro lado sean quienes verdaderamente nos aman por quienes somos, por cómo somos, así: con nuestra alma al desnudo, con nuestra esencia a flor de piel.

Termino este punto dejándoles esta frase de Itiel Arroyo:


“Quédate con quien te bese el alma, porque la piel te la puede besar cualquiera”


Aplica para familia, amigos y pareja…y yo le agregaría:

¡Quédate con quien te ame y te acepte como tú eres cuando no tengas puesta tu armadura, eso sí escoge bien frente a quien te la quitas!


2. Creo que conmigo me basta

“El hombre que vive solo y para sí mismo se verá corrompido por la compañía que frecuenta” Charles Henry Parkhurst

Hay muchas personas que se consideran autosuficientes inclusive para relacionarse y es más, por eso mismo nunca establecen relaciones profundas, íntimas y por lo tanto permanecen con la armadura puesta del “no necesito de nadie en mi vida”.


Para mi este tipo de personas de alguna manera se relacionan con el primer punto, porque podría asegurar que algo tuvo que llevarlos a creerse esa mentira de no necesitar conectarse con otros seres humanos y a partir de ahí colocarse esa coraza del “yo todo lo puedo solo”, “yo tengo el control de todo solo”. Muchas veces se esconden bajo el discurso de amar su soledad y su independencia, afirman ser personas felices y seguras, pero ¿En realidad es así?.


Desde mi punto de vista son personas que tienen su ego bastante alto y esto los lleva a pensar que si se tienen a ellos mismos no necesitan de nadie más, lo que muchas veces estas personas desconocen o no quieren aceptar, es que ese ego lejos de ser una muestra de seguridad y alta estima, no es más que la máscara que esconde a alguien con muchos temores, temor de entregarse, de ceder el control, de amar perdidamente, de mostrarse como es, de desnudar su alma y sentimientos, temor a conectarse de verdad.


Estoy segura que todos conocemos a alguien así, o a lo mejor eres tú quien eres así, alguien que tiene amistades para algunas cosas, quizás salidas, cumpleaños, favores, etc., pero no tiene ni idea lo que verdaderamente es ser amigo y tener un verdadero amigo. Alguien que tiene relaciones sentimentales para saciar sus necesidades de compañía, físicas y emocionales, pero que todas sus alarmas se activan cuando de pronto su corazón comienza a sentir algo mucho más profundo y en ese momento corta todo y sale corriendo porque está a punto de perder el control, y tristemente así vive su vida sin saber lo que es verdaderamente amar, sin saber lo que se siente que alguien te ame tanto y que tú le ames tanto que estés dispuesto a dar tu vida por esa persona; sin saber cómo una mirada puede llenarte el corazón y conectarte con alguien hasta que por fin entiendas lo que significa una conexión de piel con piel.


¿Cómo saber quien eres en verdad si no dejas que nadie te conozca?, ¿cómo podría alguien conocerte si nunca te dejas ver?, ¿Si te cuesta desnudar tu alma?, ¿Cómo saber lo que se siente cuando te aman si realmente aman lo que tú no eres? ¿Cómo conocer tus reacciones, emociones cuando quieres tenerlo todo controlado?


Necesitamos de los demás para conocernos a nosotros mismos, necesitamos de las situaciones, de la interacción para saber de qué estamos hechos, necesitamos conectarnos de verdad, sin miedos, sin máscaras, porque finalmente solo hay una vida, y créeme, siempre, siempre será mucho mejor vivirla con otros.


Yo sé que puedes sentir que todo es mejor así, yo sé que tener el control se siente bien, yo sé que inclusive has pensado que debes trabajar fuerte para asegurar tu futuro, porque al pasar de los años cuando necesites de alguien que te asista cuando tú mismo ya no puedas hacerlo, deberás tener el dinero para poder pagarle a esa persona. Yo sé que ahorita tal vez no encuentras la razón para conectarte, pero ¿sabes algo? Yo también sé que tienes momentos en donde no sientes que todo es mejor así, yo sé que el tener el control te priva de vivir, de sentir, de soñar, de dejar que otras personas lleguen a tu vida y la revolucionen; yo sé que podrás pagar a alguien para que te cuide, pero ¿no sería mejor que cuando este momento llegue, estés rodeado de personas que te amen y se sienten junto a tu cama a darte una sopa, o cambiarte un pañal porque te aman?, no sería mejor invertir tus energías y todo de tí ahora que puedes, en sembrar amor, entrega, servicio para que en el futuro no tengas que pagar por esto?.


Conéctate ahora, tal vez después pueda ser muy tarde…


3. No tengo nada para ofrecer

Muchos de nosotros no nos conectamos, no por miedo a ser vulnerables sino por miedo a mostrar nuestras cicatrices.


Hay personas que viven en soledad y no son las típicas personas que aman su soledad, sino que por el contrario, ni siquiera ellas aman estar consigo mismas. Hay personas que se sienten tan quebradas, tan rotas, que sencillamente creen que no tienen nada para ofrecer a otros seres humanos. Es como si pensarán que al estar o sentirse “así” no merecen la conexión con nadie y que nadie merece una conexión con alguien “así”.


Pero y ¿cómo es “así”?, ¿así de humano?, yo siempre digo esto y es lo que más he aprendido en toda mi vida, y es que cada persona tiene una historia, nadie quiere estar solo porque sí, nadie escogió ser lastimado, nadie escogió estar quebrado en mil pedazos; pero también aprendí algo y es que nosotros los humanos nos hacemos daño en comunidad cuando nos relacionamos, pero de igual manera nos sanamos en comunidad, es decir, son las personas las que nos hieren, pero también son las personas las que llegan a nuestra vida a ayudarnos a sanar.


Yo no sé cual es tu historia, yo no sé qué pudo haberte llevado a estar solo y a pensar que no tienes nada que ofrecer, yo no sé lo que te destruyó hasta el punto de sentir que ni tú mismo te amas. Pero lo que sí sé es que solo no podrás sanarte, lo que sí sé es que te puedes reconstruir, lo que sí sé es que tienes mucho para ofrecer, porque cuando lo hagas, te aseguro que muchas personas querrán y necesitarán conectarse contigo y tú con ellos para escuchar cómo lo hiciste.


No todas las personas son malas, no todas las personas son como los que te hicieron daño. Hace poco hablaba con alguien muy quebrado en su interior, alguien que ha vivido demasiadas pérdidas y procesos difíciles en su vida, esta persona me decía que como anhelaba haber tenido una vida “normal” como la de muchas de sus amigas, porque inconscientemente creemos que quienes aparentemente han tenido una vida tranquila y normal, esas personas sí tienen mucho que ofrecer y dar. Yo con todo el respeto le dije:


“sinceramente a mi no me llama la atención mucho conectarme con personas que lleven una vida “normal”, por el contrario, me cautiva mi mente y mi corazón conectarme con personas que han pasado por tragedias, por dolores, por pérdidas, por maltratos, por traiciones, por caídas; porque esas personas tienen todo para dar, porque a esas personas son las que yo y los que tienen la vida “normal” queremos escuchar, no para conocer cómo fueron hechas sus heridas sino para aprender cómo han hecho para sanarlas, cómo han hecho para levantarse, cómo han hecho para seguir de pie. A ESAS PERSONAS YO QUIERO OÍR”…por eso soy una de ellas!


Así que, si hasta el día de hoy tú has creído que debes vivir solo, hoy es tiempo de sanarte, de conectarte con alguien, de dar todo lo que tienes, sí así sea en pedazos, porque te aseguro que varias manos pueden más que una sola.


Les dejo esta frase de Dante Gebel que dice:

“Los corazones rotos duran tanto como uno desea y cortan tan profundamente como los dejas continuar. Recuerda que tu corazón no le pertenece a quien te lo daña, sino a quien te lo repara”.[1]


No sé cuál sea tu razón para no conectarte, pero espero haber logrado convencerte, o al menos hacerte pensar en intentar hacerlo. Yo por mi parte comencé por conectarme con quien no falla, con quien no me hace daño, con quien no me defrauda, sí con Dios y solo puedo decirte que desde que estoy conectada con Él así tal y como soy, Él ha sido mi mejor conexión, también ha sido de quien he recibido las mejores muestras de amor, ha sido quien me reparó y sin duda alguna ha sido mi mejor guía para elegir a las personas con las que sí debo conectarme.

Así que una vez más, abandona a la soledad y vive la verdadera conexión…


“porque la misma armadura que te protege de los golpes en la batalla, será la que no te permitirá experimentar las caricias de los que te aman”[2]


Desde mi Alma hacia la tuya

Adry

[1] Gebel Dante, El amor en los tiempos del Facebook, Harper Collins Español, 2016, pág. 160.


[2] Arroyo Itiel, Amar es para valientes, e625, 2019, Pág. 71.

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