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Foto del escritorAlma de Mujer

LA MAGIA DE SANAR…



 

Hemos explorado nuestro interior, hemos hecho un viaje hacia atrás en busca de las semillas dañadas que entraron a nuestra vida disfrazadas de una palabra, un acto o un gesto, que desdibujaron nuestro valor, que nos marcaron y nos hicieron creer que eso nos definía.


Esas semillas aparte de engañarnos, de hacernos dudar de nosotros, de llenarnos de “no puedo”, de “no sirvo para nada”, “no soy suficiente”, “soy bruto”, “ todo lo hago mal”, etc; también crearon heridas en nuestras vidas. Hay heridas que pueden ser muy superficiales, pero hay también heridas que pueden ser tan grandes y profundas, que nuestro propio cerebro las guarda, como un mecanismo de defensa.


Es muy importante en este punto que podamos entender que cada herida es diferente, es decir, hay heridas emocionales, del alma, que al igual que algunas heridas físicas, se pueden sanar con una simple cura y ya; hay otras heridas que seguramente necesitarán uno que otro punto para cerrarla y un proceso de cicatrización un poco más largo que la herida con la cura, pero también hay heridas que necesitarán un especialista, una o varias cirugías, trasplantes si es necesario, pues prácticamente son de vida o muerte; de este modo, es vital que podamos ser conscientes de nuestras heridas, pues solo así podremos tratarlas de la manera correcta.


Sé que explorar dentro de nosotros mismos en busca de heridas, no es algo que sea muy fácil de hacer, pues entramos a remover terrenos que tal vez por años hemos dejado quietos; los hemos dejado quietos, porque esperamos la típica creencia de que “el tiempo lo cura todo”. No es la primera vez que digo esto, así que si ya me has leído antes, sabrás que no creo en esa frase, que por el contrario, pienso todo lo opuesto; pienso que una herida abierta sin tratar, en espera que el tiempo la sane, puede ser más bien una herida, que a través del tiempo sigue sangrando, que vive expuesta a contaminarse y por lo tanto a agrandarse en tamaño, profundidad, dolor, secuelas, complicaciones, etc. El tiempo, lo único que hace con nuestras heridas es ponerle capas y más capas, cubre y sigue cubriendo, pero NO SANA.


En ese mismo tiempo, vamos andando en nuestra vida, vamos renunciando a sueños por culpa de todos los “no puedo”, vamos hiriendo a las personas pues decidimos ser “duras” como método de protección, vamos dejándonos herir pues creemos que no merecemos más que eso, vamos dejándonos pisotear y faltar al respeto, pues no sentimos respeto ni siquiera por nosotras mismas. El tiempo, el querido tiempo, el que no regresa, el que no espera, pero si avanza, el que NO CURA, pero si hace creer que lo hace; el tiempo, el que tienes cada día, listo para ser utilizado a tu antojo, el tiempo, el que nadie puede comprar, el tiempo, el que pierdes muchas veces por tomar malas decisiones, el tiempo en esta vida, el único que tenemos y el único que podemos aprovechar, para sanarnos.


En verdad, hoy quiero decirte que lamento con todo mi corazón todo lo que haya podido marcar tu vida de manera negativa, desde una simple palabra destructiva, golpes, falta de afecto, humillación, hasta un abuso sexual desgarrador. Sé que nada de esto lo escogimos para nuestras vidas, sé que ya no podemos cambiar lo que haya pasado, pero lo que sí sé, es que en el momento en que lo decidas, puedes buscar la manera de sanarte, no hay más tiempo, no hay más vidas, ¿por qué seguir viviendo con las heridas?, ¿por qué seguir dando fruto de semillas equivocadas?. ¡Es momento de aceptar nuestras heridas, de enfrentarlas, de ser libres, es momento de sanarnos!


1. Arrancando desde la raíz

En el punto número uno del post anterior, hicimos una lista de todas las semillas que nos dañaron en nuestra vida, ya las tenemos identificadas, esto nos ayudó a entender de alguna manera, el por qué de muchas de nuestra actitudes, complejos, auto críticas y fuertes juicios que nos hacemos a nosotros mismos. Es triste cuando descubrimos y vemos que en la mayoría de las ocasiones, somos nosotros quienes nos decimos brutos, no apreciamos nuestros esfuerzos, no amamos nuestra figura, no creemos en nuestras capacidades ni talentos, no nos respetamos y no nos amamos, es decir, vemos el fruto de esas malas semillas sembradas en nuestra vida. La pregunta es: ¿Queremos seguir viendo esos frutos de falta de amor propio, inseguridad, incapacidad e irrespeto en nuestra vida?


Yo, decidí no tener esos frutos en mi vida, no quería más pensamientos, ni sentimientos como estos: “yo no puedo sola”, “nunca lograré hacer nada”, “ yo no soy disciplinada”, “yo no tengo ideas”, “yo no soy suficiente para nadie”, “soy un fracaso” etc. ¿Saben algo?... Es increíble como esas semillas cuando dan fruto, hacen tanto daño, por esa razón es que debemos arrancarlas de raíz de nuestra vida, no podemos tenerlas más tiempo, nos siguen envenenando, nos siguen haciendo creer que somos algo que no somos, nos siguen hiriendo y nos impiden creer en nosotras mismas.


Por todo lo anterior, llegó el momento de arrancar de raíz, pero ¿cómo arrancamos esas semillas, esas mentiras que nos han hecho tanto daño?.


Bueno como les mencioné al inicio del post eso va a depender de que tan profundas sean las heridas en cada persona. Si me preguntaran una ruta o proceso para hacerlo les diría el siguiente:

a. Yo con mi creador: para mi antes que cualquier cosa, mi primer recurso siempre es Dios, Él fue quien nos creó, siempre he pensado que volver a los brazos de mi fabricante es lo que mejor me puede sanar, entonces en este caso, llegué con mi lista, diciéndole… Me ha pasado esto, escuché esto y sobre todo, una de las cosas más importantes por expresar en estos momentos es ¿cómo te hizo sentir eso?, este es un momento solo tuyo con Dios, así que exprésale lo que sentiste cuando escuchaste esas palabras, ese apodo que te pusieron, exprésale lo que sentiste cuando necesitaste un abrazo y nunca llegó, o cuando se burlaron de ti, o cuando te sentiste rechazada(o) porque alguien te dijo “no te quiero”, expresa todos los sentimientos que habían en ti en esos momentos. Una vez hagas esto con cada cosa, entrégasela a Dios, puedes decir algo como:


“Yo sé que ninguna de estas mentiras me definen a mi, porque son eso mentiras, yo hoy renuncio a creerlas, yo hoy arranco de lo profundo de mi ser esas palabras, esos actos y esos momentos, hoy yo dejo delante de ti, todo lo que esto me hizo sentir (tristeza, ira, impotencia, dolor, inseguridad, miedo, inferioridad, etc.) y que llevo cargando por años, hoy decido ser libre y preparar mi corazón para volver al diseño original con el que tú me hiciste, ¡CREACION MARAVILLOSA!”


Es posible que al tener ese tiempo con Dios te puedas sentir completamente sana, pero también es posible que necesites hacer algunas cosas más, como por ejemplo…


b. Curso, retiro o sesiones de sanidad interior:

Existen diferentes recursos de este tipo, ofrecidos en su mayoría por iglesias, centros de terapias, etc.


En mi caso, asistí a un curso de sanidad llamado “Sendas Antiguas”, fue muy bueno para mi vida, muy importante, liberador y sobre todo me dejó algo invaluable y fue que a raíz de tantos cuestionamientos y reflexiones, después de ese curso, pude tener claro como nunca antes el propósito de mi vida. Así que lo recomiendo en todos los aspectos, pues pienso que todo lo que nos lleve a encontrarnos con nosotros mismos, aunque duelan algunas cosas, también salen otras estupendas. (Si quieres que te ayude a encontrar algún curso en tu ciudad, escríbeme).


c. Terapia personal:

En los últimos dos años de mi vida, en donde tuve que volver a buscar en mí todos los recursos posibles para enfrentar mi cambio de vida, fue muy importante el haber podido contar con mi profesora y también con una persona a la que ella me recomendó, con la cual pude, por decirlo de alguna manera, sanar lo que tenia pendiente en mi vida.


Sé que en la vida no estamos muy acostumbrados a pedir ayuda, sobre todo cuando se trata de temas emocionales y mentales, y también debo decirlo, cuando son hombres los que necesitan la ayuda…jajaja lo siento pero es verdad, las mujeres somos más dadas a hablar, a expresar y a buscar ayuda cuando la necesitamos; ¿recuerdan el típico relato que siempre se hace cuando una pareja esta buscando una dirección?, que la mujer constantemente dice: “para y preguntemos a alguien” y la respuesta del hombre es: “no, no tranquila que yo sé cómo llegar”, pasa una hora y siguen perdidos. Bueno, algo así pasa en la vida, así que si eres hombre y me estás leyendo, no te dé miedo buscar ayuda y menos si es para sanarte.


En nuestras culturas también existen muchos tabús, se cree que si buscas a un psicólogo es porque estás loca(o) y no entendemos que simplemente, al igual que cuando nuestro cuerpo está enfermo, o tiene una apendicitis, o necesita un trasplante de corazón y se necesita ir a una sala de urgencias a donde un especialista, porque evidentemente el señor de la farmacia no puede hacer nada más; bueno, así mismo pasa con nuestras heridas del alma, gracias a Dios existen personas capacitadas para ayudarnos a sanar esas heridas y si ese especialista está alineado con el Creador, creo que no existe mejor combinación!!


Yo no conozco tus heridas, pero sé que Dios sí, por favor busca tu sanidad. Las heridas que tengas, por más duras y difíciles que puedan ser, las puedes sanar. Yo te pregunto ¿podrías vivir teniendo una infección corriendo por tu cuerpo, sabiendo que puedes hacer un tratamiento y sanarte?, ¿es justo eso para ti?, ¿es justo eso para quienes tienes a tu lado?, si la respuesta es no, entonces piensa que cuando no decides sanar tus heridas, es como si vivieras con una infección, que te provoca dolor, que no te deja disfrutar muchas cosas ni momentos de esta vida, que no te deja darle mejores sentimientos y trato a los que te aman y tú amas, piensa que esta vida es solo una y que vale la pena vivirla estando sanos.


Me gustó esta frase que leí por ahí:


“A terapia no van los locos, sino los que tienen la valentía de hacerse cargo de sus emociones para REPARAR y dejar de REPETIR” Roberto Rocha.


2. Perdonando desde el corazón

En el segundo punto del post anterior, identificamos también a quiénes o a las fuentes por donde habían entrado esas mentiras a nuestra vida. Bien, es importante ahora poder tener esa lista de personas, que de una u otra manera afectaron nuestra niñez, nuestra adolescencia y aun nuestra adultez, a través de sus actos, palabras, burlas y demás, causándonos heridas y destruyendo, o tal vez no permitiendo que tuviéramos una alta autoestima.


Cuando hablamos de sanidad emocional, de sanar nuestras heridas, diría yo, que es imposible hablar de sanidad y no hablar del perdón. No voy a profundizar mucho en este tema, pues ya les hice un post completo sobre el perdón (perdonando lo imperdonable), pero si debo resaltar la gran importancia que este tiene cuando de sanar se trata.


Al igual que las heridas que tienen un grado de urgencia y tratamiento diferente según cada caso, en cuanto al perdón pasa algo similar; es decir, no es lo mismo perdonar a alguien que un día te dijo “inútil”, a perdonar a alguien que un día abuso sexualmente de ti. Por esta razón habrán personas a las que podrás perdonar, así como la cura que pones en una herida sencilla, pero habrán otras con las que tendrás que hacer todo un tratamiento y una jornada de perdón, lo importante acá es decidir hacerlo, de nada servirá que quieras arrancar todas las mentiras desde la raíz si no perdonas, pues precisamente el perdón será lo único que te traerá una verdadera libertad, será lo único que te permitirá dejar una tierra o en este caso, un corazón y una mente limpia, sin rencores, sin resentimientos, y lista para recibir nuevas semillas.


De esta manera, para esta jornada, yo te recomendaría seguir la ruta del punto anterior, ve primero ante nuestro creador, lleva allí junto con cada herida a la persona que la causo y decide perdonarla con todo tu corazón, mencionando lo que te causó, lo que sentiste y pronunciando que la(o) perdonas. Si en ese proceso te das cuenta que hay personas con las cuales necesitas de alguien más para que te guie y te acompañe para hacerlo, busca entonces las opciones de los cursos de sanidad o la terapia personal, lo importante acá, una vez más, es que hagas todo lo que esté a tu alcance para sanarte. Recuerda que el perdón solo libera a alguien y ese alguien eres tú, el que perdona.


Por otro lado, cuando empezamos ese proceso de sanidad, también estamos buscando el no repetir, es decir, no queremos ni que nos vuelvan a lastimar, ni tampoco queremos lastimar a quienes amamos de la misma manera como nos lastimaron a nosotros. Tal vez cuando bebés y cuando niños no pudimos decidir qué o a quienes queríamos escuchar, hoy como adultos eso es diferente; pues ahora si tenemos esa autonomía, de modo que, básicamente en cualquier momento cuando queramos, si consideramos que algo que nos están diciendo nos hiere o nos lastima, lo podemos expresar, nos podemos alejar, nos podemos defender. De igual manera si hay alguna persona o situación que nos quiere dañar, herir con sus palabras o hechos, también podemos decidir que esa persona o situación no hagan más parte de nuestra vida. ¡Es momento de colocar límites!


3. No vuelvo a creer

¿A quién le vas a dar el poder de darte tu valor?


Sí, ya es hora de colocar límites de cuidado, ya no eres un bebé indefenso o un niño dependiente, ya puedes decidir en qué vas a creer.


Hasta aquí, habremos hecho el gran acto de valentía y esfuerzo que requiere decidir sanar nuestras heridas, limpiar nuestra tierra, recuperarla, sanarla; por esta grandiosa razón necesitamos poner una cerca que la proteja, no queremos que nadie venga y la pise, no queremos que cualquiera llegue y coloque las semillas que quiera, llegaste a un punto en donde sólo tú decides a quién dejas sembrar, eres el dueño de tu terreno, nadie irá más allá de lo que tú le permitas, así que respondiendo a la pregunta de arriba, acá te dejo mi respuesta y la lista de los sembradores que yo decidí como los únicos autorizados en mi vida para dejar una semilla:


Respuesta: Dios, pues Él ya le dio valor a mi vida, el pagó un precio que nada ni nadie lo puede igualar, costó el acto de amor más grande en toda la historia de la humanidad, por esta gran razón, yo quise que fuera Dios el único que le diera valor a mi vida.


“Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna.”

Juan 3:16

Sembradores:

1. El primer sembrador siempre será DIOS.

2. Después de Dios, Yo, quién mejor para cuidar mi corazón y mi vida.

3. Personas que hablen palabras amables, positivas, que me hablen verdades para hacerme crecer y no destruirme.

4. Personas honestas.

5. Personas que traigan paz.

6. Personas que me demuestren su amor y lealtad.

7. Situaciones y personas con las que yo pueda ser yo, que aporten a mi vida enseñanzas, experiencias de vida, alegría, crecimiento.


Cabe anotar que no siempre podemos escoger los sembradores, pues hay personas en nuestras vidas que amamos a pesar de que sus aportes no siempre sean lo mejor para ti, pero lo que sí podemos escoger siempre son las semillas. ¿qué quieres creer?, ¿qué semilla dejarás caer en tu tierra?.


Podrás escuchar muchas cosas, ver otras, sentir muchas más, pero por favor recuerda, TODO lo que no te sirva, NO lo dejes caer en tu corazón y mucho menos lo dejes echar raíces; ya sabes que después no es fácil arrancar y que ese fruto causa daño.


“Y cuando al fin hayas tomado la gran decisión de arrancar todo lo que le hace daño a tu corazón, ahí verás que sentirás mariposas, pero no las MARIPOSAS del amor, sino LAS MARIPOSAS DE LA VIDA, esas que andan por ahí escondidas, esas que salen cuando en realidad aprecias y valoras cada día que te da la vida” Delia E.

Estamos listos entonces para volver a sembrar nuestra tierra. Hemos descubierto

“LA MAGIA DE SANAR”


Desde mi alma hacia la tuya,

Adry

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