Es cierto que debemos echar a la soledad de nuestra vida, sí, literalmente debemos echarla cuando detectamos que está teniendo más poder que el que debería tener. Recuerden que no estoy hablando de los momentos o algunas temporadas en donde es bueno que tengamos tiempos a solas con nosotros mismos, sino de esa soledad que llega a muchas vidas para quedarse y arraigarse hasta que cumple su único objetivo que es quitarnos nuestras vidas; a esa soledad es a la que tenemos que eliminar.
En el post anterior les hablé sobre el único antídoto o remedio para la soledad que es LA VERDADERA CONEXIÓN. Cuando logramos conectarnos de verdad con nuestra piel, sin armaduras, sin máscaras, sino siendo nosotros mismos no solo con otras personas sino también con Dios.
Aunque el remedio suena fácil y maravilloso, en realidad ¿qué tan fácil resulta hacerlo? ¿Y qué tal si en medio de la búsqueda de ese remedio, de esa verdadera conexión, nos pasa lo que dice el dicho que “el remedio resulta ser más grave que la enfermedad”?
En esta tercera parte de esta serie sobre la soledad, me pareció interesante hablar sobre las decisiones que tomamos muchas veces por causa de la soledad, ya sea que sintamos:
Miedo a quedarnos solos o
Afán por ponerle fin a la soledad
Y es que ambas sensaciones o sentimientos pueden ser muy peligrosos en el momento de tomar decisiones, pero creo que ambas cosas son muy humanas, porque como se los mencioné desde el inicio de esta serie, NECESITAMOS RELACIONARNOS. De este modo, hoy voy a hablar de esas decisiones que tomamos cuando estamos solos y queremos que: la soledad se vaya o que no llegue a nuestras vidas; esas decisiones que pueden ser muy buenas y acertadas o que también nos pueden llevar a decir, estaba mejor cuando estaba solo…
Compañía o Conexión
Cuando estamos solos es muy importante que podamos conocer la diferencia entre estas dos palabras, pues muchas veces deseando con nuestro corazón tener verdaderas conexiones, nos conformamos con simplemente tener compañía.
Básicamente la diferencia está en que podemos estar en una habitación con 10 personas y teóricamente no estar solos, pues hay 10 personas ahí con nosotros acompañándonos, pero son 10 personas con las que no tenemos ningún vínculo, ni relación y mucho menos conexión.
Básicamente la diferencia está, en que cuando estamos solos estamos en una situación de vulnerabilidad la cual nos puede llevar a dejar entrar a nuestras vidas a personas, lugares y situaciones que tal vez en otro momento no aceptaríamos, pero que en esta ocasión así lo permitimos o lo decidimos, por el simple hecho de no sentirnos solos. Este es el caso en donde podemos tener a nuestro lado personas con las que a lo mejor tenemos algún vinculo o relación, ya sea de pareja, amistad, familiar, etc., pero son personas con las que aún estando ahí nos sentimos solos, porque tal vez todo comenzó por el hecho de querer llenar un vacío, tal vez porque aunque ya son parte de tu vida no son las personas que llenan de amor y alegría tus días, sino que por el contrario te hacen daño y no te dejan crecer, tal vez porque en el momento de conectarte y querer terminar con la soledad olvidaste lo que querías para tu vida y te conectaste sin tener en cuenta nada más que querer estar acompañado.
Estamos en un mundo en donde casi todo es posible comprarlo, incluyendo la compañía, incluyendo el poder tener intimidad con otro ser tiene un precio, entonces la pregunta el día de hoy es ¿Hasta dónde estás dispuesto a ceder para que alguien este contigo?, ¿Estás buscando compañía o verdadera conexión?
Este es el momento para pensar que la soledad nos lleva a sentir y a tener un gran vacío que se llena con la verdadera conexión de la que tanto les he hablado, pero el punto ahora acá es: ¿Con quién nos vamos a conectar?.
El querer llenar un vacío no significa que puedas llenarlo con cualquier cosa o con cualquier persona, porque según con lo que tú decidas llenarlo serán los resultados en tu vida; pues pueden pasar dos cosas, la primera como lo mencioné arriba es que el remedio puede resultar peor que la enfermedad y en vez de llenar el vacío, puede ser completamente dañino y finalmente dejar un vacío aún más grande que el que había, pero por otro lado, puede pasar que te conectes con quien verdaderamente puede llenar ese vacío y de paso poder conectarte con personas, lugares y demás seres maravillosos que harán que definitivamente la soledad se vaya de tu vida.
En mi experiencia personal, aún cuando estuve casada tuve momentos en donde me sentí muy sola, porque entendí que en muchas ocasiones tenemos a personas que pueden estar en nuestra misma cama, pero encontrarse a kilómetros de distancia de nuestro corazón. Después cuando decidí divorciarme, evidentemente como mujer experimenté una sensación de desprotección, inseguridad y soledad bastante fuerte, pues aparte de estar recién llegada a otro país, ahora era una mujer divorciada con dos hijos. Pero es ahí justo en ese momento en donde las decisiones que tomamos le van dando un rumbo a nuestras vidas y cuando tenemos hijos, por supuesto que también a las vidas de ellos.
¿Qué hacemos entonces cuando nos sentimos solos?, ¿Salimos a buscar un reemplazo para la pareja, la amiga o el compañero recién perdido?, ¿Aprovechamos para vivir lo que de alguna manera sentimos que dejamos de vivir?, ¿Comenzamos a conocer personas sin control buscando compañía?
Bien, hoy yo les voy a compartir sobre las decisiones que yo tomé en mis momentos de más profunda soledad, cuando la soledad y el fracaso quisieron llevarse mi vida, pero como siempre lo digo, el camino de nuestras vidas se basa en las decisiones que tomamos y cada decisión tiene una consecuencia buena o mala, pero consecuencia. Así que acá van mis decisiones…
1. Decidí conectarme con Dios
Yo conozco de Dios desde que soy una niña y aunque siempre tuve clara su existencia y todo lo que Él puede hacer en la vida de alguien, no fue sino hasta cuando mi mundo se acabó, que finalmente me conecté a Él como nunca antes lo había hecho. Miren, podría escribirles todo un post completo sobre este punto, pero para los que ya me han leído antes, ustedes saben que mi mayor recurso en medio de mi crisis siempre fue Dios, y sencillamente estoy segura que si esa no hubiera sido mi primera y más importante decisión, hoy no estaría acá escribiéndoles; porque aunque sé que mucha gente logra pasar desiertos y momentos difíciles en la vida sin Dios, también sé que después de pasarlos se siguen sintiendo igual de solos e igual de vacíos y tal vez es porque no entendieron que en ese desierto encontrarían la mejor fuente de agua de vida y que a lo mejor lo único que los separó de ella fue una simple decisión.
Cuando yo alcé mi mirada a Dios pidiéndole que fuera Él mi mejor compañía, que fuera Él quien secara mis lagrimas, que fuera Él quien renovara mis fuerzas, en ese momento cuando yo pensé que hasta Él me había dejado sola, fue cuando más entendí, que todo el tiempo me había llevado en sus brazos y desde ese instante y para toda mi vida permaneceré allí, entre sus brazos, pues les puedo asegurar con todas las fuerzas de mi corazón que no existe un lugar más seguro, que no existe un lugar más lleno de paz, que no existe un lugar en donde te sientas más amado, que cuando estás en sus brazos.
“Cuando te sientas solo, decide conectarte con Dios… sus brazos están esperando por ti”
2. Decidí conectarme con mis seres amados
Cuando nos sentimos solos a veces creemos que nada ni nadie podría hacer algo por nosotros, pero esa es otra mentira que la soledad nos ha vendido.
Yo tuve la bendición de poder pasar ese momento más oscuro de mi vida al lado de mi familia y de mi mejor amiga (Que aunque nos separan miles de kilómetros ha estado más cerca que nunca), y puedo decirles que muy contrario a lo que la soledad nos quiere hacer creer, para mí cada abrazo, cada palabra, cada minuto compartido, cada charla, cada risa, cada encuentro, cada llamada, fueron literalmente un salvavidas en el momento oportuno. Después de estar en los brazos de Dios, no pude haber encontrado mejores brazos que los brazos de mis hijos, mi mamá, de su esposo, de mi hermano, cuñada y sobrinos, de mi hermana y mi papá que aún en la distancia también me abrazaron. Debo agradecer a la tecnología por permitirme tener horas y horas de llamadas con mi mejor amiga quien me escuchaba, lloraba conmigo, me recordaba quien era yo y me inyectaba vida a través de un teléfono.
Yo sé que tú me puedes decir que a lo mejor tú no tienes familia, o que aunque la tienes no llevas una muy buena relación con ellos, que a lo mejor tampoco tienes amigos, pero ¿Sabes algo? Hoy es tiempo de restaurar tus relaciones, de sanar las heridas que tengas para así poder volver a conectarte con tu familia o con tus amigos, es tiempo de tomar decisiones que te ayuden a terminar con la soledad, es tiempo también de alzar la mirada y de poder ver que tienes personas maravillosas junto a ti, que de pronto no te has dado la oportunidad de conocer.
No se trata de tener muchas personas a tu lado, se trata de tener personas que te amen y que tú ames, así las puedas contar con los dedos de tus manos, recuerda una vez más que las conexiones salvan vidas.
En este punto es muy importante las decisiones que tomamos respecto a las personas con las que nos vamos a conectar, porque precisamente no con cualquiera nos conviene conectarnos, les daré un ejemplo:
Si yo en mi momento de recién divorciada, comienzo a hablar con alguna prima lejana que lleva 3 divorcios y considera que lo que debo hacer es salir y vivir la vida, no volver a creer en el matrimonio, dedicar todo el tiempo a mí pues ya dedique mucho tiempo a otros incluyendo mis hijos, ¿a dónde creen que me llevarán sus consejos y mis conversaciones con ella? A lo mejor tenemos una química increíble y se puede convertir en la mejor compañía para hacer planes, salidas y demás, pero en realidad ¿Ustedes creen que eso sería lo mejor para mi vida?, ¿Ustedes creen que conectarme con alguien que piensa así, será una ayuda para llenar mis vacíos y la soledad de mi vida?
De igual manera si alguien está teniendo problemas con su pareja y están a punto de divorciarse, y esta persona decide buscar ayuda con uno de sus más grandes amigos, el cual nunca se ha casado pues no cree en el matrimonio y presume de vivir una “grandiosa vida de soltero”, ¿creen que los consejos de ese amigo será lo que esta persona necesita en este momento?
Elige muy bien con quien conectarte, no se trata de tapar un hueco, se trata de tu vida, se trata de tu futuro y te guste o no, cada decisión que tomas, hasta el simple hecho de decidir con quién hablas y con quién no, marcarán una diferencia en tus procesos, en tus pensamientos, en tus convicciones, en tu vida.
“Quédate con las personas que con su mirada te hagan sentir que te aman, que les importas y en las que saques una sonrisa cada vez que te ven”
3. Decidí desconectarme de lo que no me hacía bien
Yo no sé cuál sea el momento o el proceso por el que tu estás pasando, pero si sé que solo tú sabes lo que es bueno y lo que no es bueno para ti.
Solo tú sabes lo que te hace sentir más solo, lo que te lastima, lo que no te deja avanzar, solo tú sabes las personas que no le hacen bien a tu estado de animo, a tus recuerdos, a tu proceso de sanación de tus heridas, solo tú sabes de qué y de quién te debes alejar, solo tú sabes lo que necesitas y lo que no en este momento.
Me encanta esta porción del libro de Dante Gebel “El amor en los tiempos del Facebook” en donde cuenta la conversación de un padre con su hija y ella le pregunta:
“¿Nunca te sentiste que estabas con alguien pero a la vez te sentías solo?”
El padre contesta: “Muchisimas veces. Pero aprendí que si algunas personas se alejan o se desconectan de ti, no hay que ponerse triste; es la respuesta de Dios a tantas veces que le pedimos: Y líbranos de todo mal, Amén”.
A veces no solo se trata de buscar desesperadamente con quién conectarnos para erradicar la soledad, a veces también se trata de vernos permanecer en lugares, relaciones, posiciones o situaciones por miedo a la soledad, y no entendemos que como le respondió este padre a su hija, hay personas, hay situaciones, hay lugares que sencillamente no le hacen bien a nuestra vida y que el alejarnos o que esas personas se alejen de nosotros es la muestra de Dios librándonos del mal.
No soportes situaciones de abuso, maltrato o explotación por tenerle miedo a la soledad; créeme que hay situaciones en donde la soledad puede llegar a ser tu mejor compañía, y además te aseguro que si tomas buenas decisiones, llegarás a lugares seguros, como el lugar del que te hablé en el primer punto, los brazos de Dios y allí no existe la soledad.
“Que en donde decidas quedarte sea por amor y no por miedo a estar solo”
Cuida tu mente y tu corazón cuando te sientes solo, cuida lo que miras y lo que escuchas y toma decisiones que te lleven a salir de esa soledad, o más bien, a que esa soledad salga de ti. En mi caso cerré por varios meses las redes sociales y empecé a tornar mis momentos de soledad en momentos para crecer como persona, mujer, mamá, hija y vivir mi proceso.
Yo siempre he pensado que los procesos en nosotros duran lo que uno decida que duren, así que, entre menos distracciones uno tenga más efectivos y productivos serán los resultados.
Si tu propósito es echar a la soledad de tu vida, renovarte, levantar tu mirada, avanzar hacia un propósito, decide tomar buenas decisiones, decide aplicar el remedio de conectarte de la manera correcta, con las personas correctas y así te lo aseguro que la soledad se irá y por el contrario no tendrás que decir que el remedio salió más grave que la enfermedad.
Estas fueron las decisiones que yo tomé cuando conocí a la soledad, estas siguen siendo las decisiones que cada día sigo tomando, porque la soledad es una enfermedad que quiere volver. Cada vez que le des espacio ella deseara regresar, por eso mantente conectado a Dios, mantente o busca hoy conectarte a tus seres amados y si no tienes a alguno levanta la mirada y decide a quién quieres amar y por último desconéctate de todo lo que no le haga bien a tu vida... y así todos los días, todo el día…
Desde mi Alma hacia la tuya
Adry
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