Como muchos de ustedes ya saben y para los que no, el año 2017 y mitad del 2018 significaron para mi, el desierto más grande, largo, intimidante y desafiante de toda mi vida. Un desierto que significó demasiados cambios, un giro de 180 grados, que dejó mi mundo al revés, o mejor al derecho, Siii lo dejó justo en el momento, en el lugar y junto a las personas con las que debía estar. Para completar, fue el mejor tiempo y el mejor proceso para volver a encontrarme a mi misma, para redescubrir quien era y recuperar mi propósito de vida; ese desierto que parecía interminable, se terminó y maravillosamente fue la antesala a uno de los mejores momentos de mi vida, ese momento sublime en donde se encontraron mi identidad y mi propósito.
Yo soy una convencida de que cada ser humano en este planeta tiene un propósito que cumplir en este mundo, se también que como todo ser viviente cumplimos el ciclo de la vida que conocemos de memoria: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, pero sinceramente me niego a aceptar que nuestra vida de humanos sea igual a la de cualquier otro organismo vivo, animal o vegetal que esté en este planeta; es decir, me niego a pensar que cuando ya no estemos acá en esta tierra, lo único que puedan decir de nosotros nuestros nietos sea algo como: “ah si mi abuela nació en 1983, creció, se casó, tuvo hijos y murió” ¿En serio? No me cabe en la cabeza que ese sea el legado de un ser humano en esta tierra, pues con todo respeto, podríamos decir lo mismo de un perrito, gato, caballo, microorganismo, entre otros seres vivos.
Sin embargo, a muchas personas se les va la vida cumpliendo ese ciclo de: nacer, crecer, reproducirse y morirse, así que yo dije: “Yo no quiero ser una de esas personas”, es evidente que el ciclo de la vida se cumple y que así quisiéramos quedarnos en alguna de las etapas, es imposible, pero el punto acá es: ¿Qué vamos a hacer mientras vamos viviendo ese ciclo de la vida?
Como siempre en mis publicaciones, más que hablarles de teorías y demás, les hablo desde mis experiencias y vivencias, así que en esta ocasión no será la excepción.
En medio de mi desierto, el cual se los describí a la perfección en mi serie sobre “Las Crisis”, también les describí ese momento cuando ya se esta dejando ese desierto atrás y entiendes que finalmente acabó, y que habrá un “nuevo comienzo” y muchos caminos por andar. Seguido de esto, cuando logramos normalizar nuestras vidas y volver a soñar, nos encontramos en el camino donde no basta solo con tener los sueños, planes e ideas sino que también debemos creer en nosotros que somos quienes los vamos a realizar, pero en ese sentimiento de creer y estar seguros de lanzarnos, algunas veces nos encontramos con que nuestra “Autoestima” está muy abajo como para creer en nosotros, así que entramos a un momento de sanidad y de llevar nuestra autoestima a otro nivel, al nivel que nos merecemos, al nivel que nuestros sueños la requieren, al nivel con el que nuestro creador nos creó y bueno, en mi vida cuando pasé por todos estos momentos y hermosos procesos, llegó tal vez mi favorito, yo le dije a Dios: “ya se acabó el desierto o mi crisis, ya decidí comenzar de nuevo, ya entendí mi valor y recuperé mi autoestima, ahora necesito volver a encontrar quién soy yo y para qué estoy acá en este mundo.”
Entonces, en este orden de ideas les compartiré lo que yo hice para encontrar mi identidad y seguido de esto también mi propósito.
Cuando les escribo “volver a encontrar quién soy yo y para qué estoy acá en este mundo” les escribo así, porque yo ya lo había encontrado, pero llegó el desierto y ese desierto hizo que mi realidad cambiara en diferentes aspectos haciéndome creer que mi identidad también y por otro lado, me hizo olvidar por ese tiempo de mi propósito, de modo que me urgía volver a encontrarlos.
Así que sin darle mas vueltas al asunto, comencemos con esta primera parte de esta serie en donde necesitamos encontrar o definir ¿Quién soy yo? (Nacemos), en donde les hablaré de 3 aspectos que encontré en medio de mi exploración y búsqueda de la respuesta a esa pregunta:
1. Lo que cambia
Cuando pensamos en responder esta pregunta de ¿Quién soy yo? por lo general usamos factores como nuestra carrera, nuestros roles, nuestros oficios, estado civil, entre otras cosas más.
Un ejemplo, decimos algo como: “Yo soy Ingeniera de Sistemas, soy mamá de dos, soy la esposa de Enrique, soy la dueña de la compañía de seguros, soy colombiana, etc.”
Y bueno evidentemente todo estos son factores que hacen parte de nuestra identidad, pues nos caracterizan de alguna manera haciéndonos diferentes a todos los demás, sin embargo, cuando yo leo esta respuesta me surgen algunas dudas como las siguientes: ¿Quién eras antes de ser ingeniera?, ¿Quien eras antes de ser mamá?, ¿Cómo se vería afectada tu identidad si dejaras de ser la esposa de Enrique?, ¿Qué pasaría si la compañía un día se acaba?
Todos estos factores, son factores que pueden ir cambiando en el transcurso de nuestra vida, es decir, nosotros no nacimos siendo ingenieros, ni madres o padres, tampoco nacimos con cónyuge y así como vamos creciendo y tomando decisiones en nuestra vida, esas decisiones nos hacen creer que poco a poco vamos respondiendo a la pregunta de Quién soy yo.
Te hago estos cuestionamientos porque estas preguntas fueron las que yo me tuve que hacer, pues cuando yo me definía o respondía a esa pregunta, la respuesta era muy similar a la del ejemplo que les coloqué. Entonces ahora ¿imagínense cómo quedó mi respuesta cuando me encontré a miles de kilómetros de mi país, en donde dejé toda mi vida, empaqué mi ropa y la ropa de mis dos hijos en dos maletas y llegué a otro país? A eso súmenle que dos meses después ya no estaba casada sino separada y literalmente comenzando una vida desde ceros, en todos los aspectos.
En ese momento cuando me vi y me sentí tan desdibujada, entendí algo y es que mi identidad no podía estar fundamentada en factores fluctuantes o realidades cambiantes, ni en personas que lleguen o se vayan de mi vida, tampoco en lo material o en los logros que alcance en esta vida. No quiero que me mal entiendan, pero quiero explicarles mi punto: el definirnos como la esposa de, o la dueña de, o la ingeniera, hace que de alguna manera basemos nuestra identidad en esas realidades, lo cual cuando se está viviendo es completamente valido y real, pero, el problema de esto es: ¿Qué va a pasar con tu identidad si esas realidades cambian? Porque la realidad puede cambiar pero tú sigues siendo tú así dejes de ser la esposa de tu cónyuge, tú sigues siendo tú así un día te toque irte a otro país en donde no puedas practicar tu ingeniería, tú sigues siendo tú así tus empresas un día se acaben y no seas más la dueña; entonces ¿Quién soy yo? me volví a preguntar…
Entonces me devolví en el tiempo, para recordar quien era yo, pero sobre todo empecé a buscar lo que no había cambiado en mi y que aún me definía, empecé a identificar cuáles de mis realidades que eran parte de mí nunca cambiarían, porque entendí que si yo lograba identificar lo que NO HABIA CAMBIADO y lo que NO IBA A CAMBIAR, en ese momento, encontraría el eje principal de mi identidad.
Yo entendí que el saber Quién soy yo, tenía un trasfondo mucho más profundo que mis estudios, mi pareja, mis finanzas, mi ubicación geográfica, etc. Yo entendí que el saber quien soy yo tenia que ver más con mi esencia y así fue como emprendí mi búsqueda por encontrar…
2. Lo que NO cambia
En medio de esa búsqueda encontré dos cosas que no cambian:
a. Cómo Dios me hizo y lo que me hace única…
Cada uno de nosotros venimos con una carga genética proveniente de nuestro ancestros, una carga completamente única e irrepetible. Todos sabemos que ni siquiera una huella de nuestros dedos es igual a la de otro dedo, vemos como aun viniendo de los mismos padres, somos tan diferentes con nuestros hermanos, vemos como somos una creación planeada y diseñada por Dios. De esta manera entendemos como Dios nos creó como seres completamente originales, únicos e irrepetibles.
Yo sé que hoy en día hay muchos avances de la ciencia, en donde han logrado clonar algunos animales y muy seguramente el objetivo es lograr clonar humanos, pero hay algo que la ciencia nunca podrá lograr y ese algo es precisamente el sello que Dios nos dio para hacernos únicos, ese sello fue ese aliento de vida llamado: ALMA
De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el ALMA es la PRINCIPAL CUALIDAD IDENTIFICATORIA del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) a un se-moviente, independiente del desplazamiento ajeno.[1]
Según Aristóteles el ALMA incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de los seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada IDENTIDAD, NO EXPLICABLE a partir de la realidad material de sus partes.[2]
De acuerdo con la tradición cristiana, el ALMA es uno de los aspectos del ser humano que lo unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al ALMA, el ser humano tiene instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, y puede volver sobre sí mismo (autoconciencia).”[3]
Estas tres definiciones de ALMA me encantan y creo que la explican demasiado bien y me llama la atención que las tres nos hablan del ALMA como una cualidad identificatoria, como nuestra esencia interna que nos da una identidad. Quiero decirte que para mi entender y aprender esto fue vital, lo maravilloso del ALMA es que NO CAMBIA, que por más de que las situaciones de la vida, los entornos, las influencias, las personas, las tragedias, en fin , por más de que mil cosas quieran opacar, ocultar, enterrar nuestra identidad, la realidad es que SIEMPRE podrás ir dentro de ti y encontrar tu ALMA y allí en tu alma encontrarás tu ESENCIA y allí en tu esencia descubrirás QUIÉN ERES TU.
Sabes algo, ese sello llamado ALMA que Dios puso en cada uno de nosotros, es único, es individual, yo lo veo como cuando un fabricante le coloca a cada una de sus piezas creadas un distintivo en donde lleva marcado qué es y para qué fue creado.
b. Vínculos de Sangre
Encontré también que habían vínculos que hacían parte de mi identidad que nunca cambiarían y estos son los vínculos de sangre.
Si, entendí que dentro de mi identidad siempre estaría el ser la hija de mis padres, la hermana, la nieta, la mamá, etc. Entendí que el reconocer estos vínculos hace también parte fundamental de nuestra identidad, pues en mi caso para mi sería imposible responder quién soy sin nombrar que soy la madre de mis dos hijos. Estos vínculos de sangre nunca van a cambiar y aunque para algunos no son un orgullo tenerlos, lo importante acá en este punto es que podamos amar lo bueno de tener estos vínculos sin caer en la irrealidad de basar nuestra identidad en ser conocidos o reconocidos por ser la hija de, o ser la madre de, o la hermana de…No, nosotros debemos luchar por ser nosotros mismos, por ser conocidos y reconocidos por nuestra persona, por nuestra esencia, por nuestra alma.
3. Cuando encontré mi Alma
Yo me imagino que muchos pueden estar preguntándose o diciéndose, eso suena muy bonito, pero ¿Cómo encuentra uno su alma?
Yo les diré como yo encontré la mía…
Precisamente cuando llegó ese desierto y me di cuenta que ya no era la esposa de nadie, ni la dueña de nada, ni la profesional en Negocios, sino una habitante más de este país, entonces me aparté y me pregunté: ¿Quién era yo antes de todo esto? , ¿Quién era yo cuando estaba pequeña?, ¿Qué características he tenido siempre?, ¿En qué lugares me gusta estar?, ¿En dónde siento que estoy en mi hábitat o en mi zona de confort?, ¿Qué me define a mi? y allí fue en donde encontré mis respuestas.
Comencé por orgullosamente reconocer que soy una mujer, que no hay nada que me haga sentir más feliz, orgullosa, tranquila, segura, completa, que ser una hija de Dios. Recordé que soy alegría, que mi papá me decía que yo era “la alegría de la casa” y eso me ayudó a recuperar la sonrisa que había perdido por mucho tiempo, recordé que para mi no existe mayor satisfacción que poder dar, así que soy una dadora de tiempo completo, recordé que soy una soñadora, que soy emprendedora, que soy talentosa (creo que esto lo había olvidado), me di cuenta que soy valiente (y yo que creía que era la más cobarde de este mundo), soy una hija orgullosa de mis padres, soy una hermana orgullosa de mis hermanos, soy la mamá mas agradecida con Dios por los dos hijos incomparables que me dio y podría seguir enumerando otras cosas, pero no quiero hablar más de mi.
Ahora quiero que miren la diferencia que hay entre el ejemplo de la respuesta al inicio del post a la respuesta que acabo de escribir…saben cuál me parece que es la diferencia más extraordinaria que hay? Es que esta última respuesta no depende de ningún factor, no depende de si tengo algo o no, puedo tal vez pasar muchos desiertos más, pero ahora entiendo que mi identidad ya la tengo clara, ahora entiendo que encontré mi ALMA, mi ESENCIA y que una vez tú la encuentras, créeme que podrán venir muchas situaciones y demás cosas a tu vida, pero ahí estará, pero te aseguro que aún si volvieras a perderla, la encontrarás de nuevo, pues ya sabes cómo encontrarla.
Hoy quiero que sepas que Dios te dio el alma, que ninguna ciencia puede crear, un ALMA única, no hay otra igual y ahí en esa alma está tu identidad, ¿Quieres saber quién eres? Encuentra tu alma y jamás la olvides de nuevo!
Yo pasé un desierto largo y difícil, de la mano de Dios fue un desierto muy duro pero maravilloso al mismo tiempo, hoy escribiendo este post, se los escribo con lagrimas de alegría en mis ojos, por que quiero decirles que los planes de Dios no se comparan con los nuestros, que los diseños de Él son perfectos.
Ese desierto terminó, quedo atrás y yo, salí transformada, con los mejores aprendizajes de mi vida, encontré mi alma, mi verdadera identidad y hoy con mi corazón en la mano y con una sonrisa en mi cara que no me cabe, estoy acá escribiendo el resultado de ese desierto, este increíble espacio llamado ALMA DE MUJER…
“Atrapa tu alma y nunca la sueltes, pues es ella quien te llevará a donde tienes que ir”
Desde mi alma hacia la tuya
Adry
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